Dentro
de pocos días llegará la Pascua. En EEUU, donde
la hipocresía laica y el integrismo protestante se
dan la mano en casi todo lo que produzca beneficios, la Pascua
cristiana es una de esas celebraciones religiosas que, una
vez desprovistas de todo lo que no sea Diesney-kosher, se
pueden comercializar con facilidad.
Así,
el día de Pascua los estadounidenses estrenan ropa
y sacan a los niños de pic nic, para que busquen unos
huevos de chocolate supuestamente escondidos por un conejo
burlón, especie de híbrido entre el de Alicia
y la mascota de las pilas alcalinas. Aún queda por
pasar la Semana Santa para ello, pero el emperador Bush, segundo
de su nombre, ha querido hacernos la pascua a quienes aún
valoramos la vergüenza y la moral, con una búsqueda
anticipada de huevos de chocolate: con el mayor desprecio
por la vida humana y armado de la más ignorante de
las indecencias, el hermano del gobernador de Florida se burlaba
así de la polémica búsqueda de armas
de destrucción masiva.
Según
parece, la broma cruel, digna de un sátrapa, digna
de Sadam, ha despertado también la ira de algunos norteamericanos,
que han subrayado la falta de respeto hacia sus militares
caídos en pos de una mentira. No seré yo quien
reste gravedad e importancia a la muerte de una persona, sea
ésta civil o militar,pero me resulta significativo
y doloroso que las escasas críticas de la opinión
pública americana se ciñan siempre a sus pérdidas,
obviando cruelmente las más de 10.000 bajas que la
decisión del hijo del ex-presidente George Bush ha
causado entre la población iraquí.
La
payasada del delfín tejano escarnece y aterroriza fuera
de su país. En el propio, ha levantado una tibia reprimenda
egoísta a su "mal gusto". El mal gusto no
existe más que en la opinión de cada cual. De
ser falta o pecado, acaso lo será venial, y siempre
sujeto a que la Historia o la moda acaben por reivindicarlo
y absolverlo.
Pero
la broma del basileus del petrodólar constituye falta
gravísima contra la justicia, mofa imperdonable a costa
de las vidas de demasiadas personas, tanto inocentes como
culpables, tanto agresores como agredidos. Un gesto como éste
no sería disculpable ni en una tabernaria discusión
aguardentosa. Pero en el líder y jefe del ejército
más poderoso de la Historia, la imagen se aparece como
una pesadilla, como la voz destemplada de un Nerón
que canta desnudo a las llamas que devoran Roma.
Aún
quedan por delante la Semana Santa, la Pasión, el sufrimiento
y la muerte (más cerca que nunca esta primavera) pero
al final llegará la Pascua que nos ha adelantado el
sátrapa jocoso. Este año, a la tradicional búsqueda
de huevos de chocolate en el jardín de la Casa Blanca,
el presidente no electo de los EEUU no acudirá con
ropa de estreno, como dicta la tradición. La suya está
ya teñida de demasiada sangre, de ésa que tanta
gracia le hace.
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