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agua / aire / tierra / fuego

el otro mensual, revista de creación literaria y artística - ISSN 1578-7591

Relámpagos en la noche de la selva nublada

(un comentario de lector acerca de dos asuntos de Sabines)

Jorge Lara Rivera

Sabines

En 1950, al filo de los 24 años, Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas/ 25 de marzo/1926 - México, Distrito Federal/ 19 de marzo/1999) publica Horal. Octavio Paz afirmó alguna vez que "Muy pronto", desde ese trabajo inaugural, "encontró su voz, una voz inconfundible". Sólo un año después aparecería Señales , volumen escrito durante su época universitaria que en su primer apartado, "I. Señal", contiene tres breves poemas -De la Esperanza, Del Dolor, Del Mito- en los cuales es posible distinguir la prefiguración temática predominante en la totalidad lírica de don Jaime, no obstante las posteriores encrucijadas y mutaciones formales que asumiría; contenidos especialmente identificables, dos constantes literarias y signos recurrentes y trascendentales de su vida: la muerte y el dolor.

Para la validación de las experiencias vitales que revelan la multimensionalidad del ser humano y como fuente del arte, en relación con la ciencia, al inicio de su ensayo Arte hipertextual mediático latinoamericano en el Internet (1), Raúl Moarquech Ferrera-Balanquet escribe: "La intersección entre arte, tecnología y las ciencias sociales que ha venido desarrollándose en los últimos cincuenta años subvierte los modelos canónicos del arte, la literatura lineal, la perspectiva central y la reproducción mecánica que domina, aún, gran parte del sistema de comunicación mediática. Las rupturas que han desplazado a la linealidad y la fórmula causa/efecto, nos acercan mucho más a una visión geométrica cósmica donde, a través de la conexión con la energía y el cuerpo, se activa, en diversas direcciones, la fluidez de lo contenido y la geometría forma/materia enlazada a entronques que modifican su esencia y movilidad. El flujo ruptura, al mismo tiempo, transversa espacios materiales y/o virtuales sin la necesidad de justificar la existencia de un evento, la intervención de un personaje, la inmersión de la audiencia o la creación de complejos algoritmos que codifican la experiencia en relación al movimiento, la interactividad, la tecnología mediática, el inconsciente colectivo y las conexiones cósmicas."

En el origen de muchas creaciones literarias -sin ir más lejos las Coplas de Jorge Manrique, La Montaña Mágica de Thomas Mann, el poema de Víctor Hugo Guerra Civil , y Antes que el gallo cante de (Cesare) Pavese- aparecen claramente las pérdidas en la familia, el dolor por enfermedad propia o de cercanos, la solidaridad para afrontar desamor, cárcel, calamidades naturales o desastres sociales; hechos de la vida que tuvieron lugar descollante en la existencia de Sabines.

Bien dice Roger Metri Duarte cuando, en su reciente artículo Qué buscamos debajo de las pinches piedras, expresa la convicción de que "Sabines no lo sabía de cierto, pero suponemos que el nombró a todos los amorosos antes y después, nos nombró a nosotros".

En verdad la muerte es un factum universal que condiciona la vida, un fenómeno en sentido de cesación, desgaste o transformación que no sólo atañe a la raza humana, sino a todo lo viviente, o más claro: a todo lo que existe: energía y materia. Religiones, costumbres, filosofías de todas las culturas en todo tiempo han dado diversas interpretaciones a esa realidad. "Nuestras vidas nada o poco difieren, es trivial y fortuita la circunstancia de que seas tú el lector de estos ejercicios, y yo el Redactor", advierte Jorge Luis Borges (Fervor de Buenos Aires).

Lo terrible en el ser humano es la dolorosa conciencia de esa inevitabilidad, de ahí lo múltiple por su muy particular manera de aceptarla, en reconocerla, porque ineluctable lo rozará y fatalmente habrá de experimentarse. Ello dará sitio a una bifurcación psicoemocional: sentimiento real de dolor causado por un dolor real y, emoción no menos real por un dolor evocado (la acechanza de la muerte).

Para este comentario tiene relevancia el hecho temprano en Jaime Sabines de encarar, asumir a cabalidad y explorar con hondura esas verdades en su poesía -parafraseo a Walt Whitman- 'con 25 años, soltero y en plenitud de vigor'.

La importancia de tales hechos vitalicios transfigurados en temas poemáticos desde la experiencia personal, permite establecer en el eje diacrónico paralelismos y afinidades con célebres trabajos de un par de grandes autores, distantes por época, espacio, aun por tradiciones culturales, mas coincidentes en la sustancia humana: Omar Jayyam (en versiones de María Concepción García Lomas, y de Zara Behnam y Jesús Munárriz) y Francisco de Quevedo y Villegas.

Ferrera-Balanquet, en su ya citado texto, apunta: "Si hemos llegado a liberarnos de los principios y finales para retomar la lógica cósmica, el rizoma y la movilidad, se debe en gran parte a que, como consecuencia imprevista de la invasión tecnológica, hemos tenido que cuestionar los modelos dominantes del pensamiento crítico y creatividad instalados desde el Renacimiento desplazando a las ciencias y humanidades del arte para implantar la reproducción mecánica, la perspectiva central y el dominio del discurso visual sobre los otros sentidos."

Quevedo, el autor personaje de nuestro imaginario popular, nace, probablemente, el 17 de septiembre en el Madrid de 1580. Habría de morir el 8 de septiembre en Villanueva de los Infantes. Como es bien sabido, su obra ha dado lustre a la literatura de España y a toda la escrita en lengua española.

Nacido alrededor del 1040 en Nishapur, donde también moriría -posiblemente en el 1124-, el persa Ghiyathuddin Abulfash Omar ben Ibrahim al Jayyam, conocido en Occidente como Omar Jayyam (o Khayam), fue un poeta que vivió en los siglos XI y XII, quien d esde su traducción a la lengua inglesa, por el irlandés Edward Fitzgerald, ha encarnado el ideal del bohemio, del poeta epicúreo -ateo y descreído, escéptico y gran bebedor de vino-, alter ego de Anac reonte, pero cuyas cuartetas filosóficas ofrecen reconcentrada una rotunda sabiduría del vivir.

Ap enas cabe mencionar la importancia del primero en la incorporación a la lengua española de esa forma de canción o sonecillo italiano que tomaría carta de naturalización en nuestro idioma con el nombre de Soneto y que tanto prestigio alcanzaría en la versificación castellana tradicional. O referir el destacado papel que el arte literario sufi y las matemáticas de Irán (entre cuyos creadores se cuenta el célebre habitante de la legendaria Samarcanda) tuvieron para los humanistas y la ciencia europea, en el proceso de encuentro de las culturas occidental y de Oriente.

Los tres pertenecieron a familias públicas en sus comunidades (Ibrahim, el padre de Jayyam era un Grande en Nishapur; los progenitores de Quevedo ocupaban puestos de confianza en la Corte; la madre de Sabines descendía de revolucionarios triunfantes en la capital del Estado), tuvieron existencias medianamente longevas (J. S. casi 74 años, O. J. 84, casi 65 F. de Q.), fueron creyentes convencidos aunque con irreverencia (S. y Q., cristianos católicos; J., islamita sufi), eran viajantes nomádicos (Omar peregrinó por el Irán y en 1092 de ahí a la Meca, Arabia; don Francisco vivió sucesivamente en Madrid, Ocaña, Alcalá de Henares, Valladolid, Palermo, Niza, Génova, Nápoles, Roma, Castilla, Andalucía, Aragón, León; entre Chiapas y el Distrito Federal alternaba residencia Sabines, quien recorrió la República Mexicana y visitó Cuba, Francia, Canadá, Estados Unidos), 'prima del mezzo del camino de sua vita', a los veinticuatro años sus publicaciones ya tenían reconocimiento (Omar, en 1072, con las Ruba'yyat; hacia 1604 Quevedo era antologado en las Flores de poetas ilustres , de Pedro de Espinosa; el Horal de don Jaime fue saludado elogiosamente por la crítica en 1950); bohemios fervientes, adquirieron disciplina, pues hicieron estudios profesionales especializados (medicina y letras en la U NAM , Sabines; bachillerato en Arte y licenciatura por la Univ. de Alcalá de Henares, teología en la de Valladolid, Quevedo; Ciencias -astronomía y matemáticas- y filosofía en Balj, álgebra en Samarcanda, historia, medicina, física, metafísica, en Neishabur o Nishapur: Jayyam); pero se ganaron la vida con oficios disímbolos con respecto a la literatura (docente y científico, consejero en la corte, el iranio; el español como funcionario real, diplomático y espía; el mexicano en el comercio y la política).

Transcribo a continuación los tres poemas mencionados, en los cuales, justamente, es posible encontrar la reverberación de esas otras meridianas voces de la literatura universal. Se copian en el orden en que aparecieron en su primera edición:

De la esperanza

Entreteneos aquí con la esperanza.
El júbilo del día que vendrá
os germina en los ojos como una luz reciente.
Pero ese día que vendrá no ha de venir: es éste

 

Del dolor

Había sido escrito en el primer testamento del hombre:
no lo desprecies porque ha de enseñarte muchas cosas.
Hospédalo en tu corazón esta noche.
Al amanecer ha de irse. Pero no olvidarás
lo que te dijo desde la dura sombra.

 

Del Mito

Mi madre me contó que lloré en su vientre.
A ella le dijeron: tendrá suerte.

Alguien me habló todos los días de mi vida
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte.

 

Son, los tres, núcleos discursivos ahistóricos que expresan verdades concluyentes a modo de sentencia, consejo y confesión, respectivamente, valiéndose de la participación activa del hablante lírico, quien desde lo íntimo asume una colectividad representacional.

Con respecto al primero no puede dejar de destacarse el exacto efecto de involucramiento del otro o los otros todos(2), la generalidad de los hombres, logrado mediante el empleo retórico de la segunda persona en modo imperativo, una alusión abarcante que se despeña en el atajador e irónico acto revelatorio, al cabo del verso final, lo cual me trae a cuenta lo que en el ensayo Cuatro Escritores Rituales (C ONACULTA , 2001), dice Alberto Ruy Sánchez: "Es un hecho admitido normalmente que la literatura nos abre las compuertas de la sensibilidad. Nos hace percibir el mundo de otra manera. Lo que no es normal, es comprender que la escritura es un procedimiento ritual. La aparición del instante poético, en verso o prosa, es equivalente a una porción de eternidad. Escribir es, para algunos escritores, provocar esa revelación".

Y aunque llenos de vitalismo, los versos segundo y tercero nos conducen a una impensable sorpresa que en el cuarto se hace presente para otra suerte de carpe diem. Además de su brillante concepción, lo notable del poema radica en el profundo saber de la vida, que no puede ser sino intuición poderosa del joven poeta. Similar a la que transmina, algo más sombríamente, este texto, perteneciente a Omar Jayyam:

Mi norma es beber vino y así vivir alegre;
mi religión no incluye blasfemia ni oración;
a la novia del mundo pregunté por su dote
y me dijo: - Es mi dote tu alegre corazón.

Idea que en variante formulación se ofrece en la cuarteta siguiente:

¡Ánimo!, no te apene el mundo pasajero;
del instante que pasa, goza con alegría:
si fuese la constancia lo propio de este mundo,
nunca habría llegado, tras los otros, tu turno.

Asimismo, aunque transfigurado en ardor amoroso Quevedo y Villegas idéntico sentimiento deja fluir con su soneto:

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte, en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:

su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

 

Para David Huerta, coincidiendo con muchos autores, "Los grandes poemas de la historia de la literatura, son narraciones; las grandes novelas del siglo XX, las novelas radicales como Ulises o Paradiso, tienen una gran carga poética. Entonces, la distinción entre lo que narra la novela y el cuento y lo que hace quien sabe qué o cómo la poesía, es una distinción falsa. La poesía siempre se ha encargado de contar historias. El sustrato narrativo de la poesía es clarísimo".

Sí, pero la poetisa Claudia Sosa (3) desliza que: "Nos hemos educado en la idea de que se escribe para dar cuenta de lo que es nuestra realidad, de que la literatura sirve para contar lo más fielmente posible, nuestras vidas. A esta concepción debemos imponer otra más sofisticada que entiende la escritura como un ritual, no como un ejercicio de notaría. Al hacerlo, reivindicamos también una dimensión de nuestras vidas: no escribir para reflejar, sino para abrir, crear, compartir nuevos sentidos."

Exactamente eso, de un modo no explícito, sino indirecto, y en completud logra Del dolor , poema segundo de este comentario. Aquí, un asombroso poder de síntesis se aúna a la capacidad evocadora, al aliento de los libros sagrados que el primer verso comunica: "Había sido escrito en el primer testamento del hombre:" . Si, como afirman los estoicos, de nada sirve resistirse a la experienciación doliente, porque vivir en el mundo impide sustraerse a ella, hay que obtener algún provecho, y siguiendo la recomendación budista, no dejar que contamine nuestros días terrestres, sino descargarla, para poder luego tomar distancia, o sea, contemplar el proyecto de existencia que nos espera para toda la vida y hacer decisiones. En otras palabras -las que Borges organiza en su Nueva refutación del tiempo -, "Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino, no es espantoso por irreal, es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre. Es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real."

Puede afirmarse con fundamento en sólo esta composición por la trama fenomenológica que enuncia, cómo Sabines concebía la carga dolorosa, pensada al modo del apotegma de Homero -"el aprendizaje más importante del hombre es el del dolor"- que se resuelve en sufrimiento vital -positivo, creador, fecundo-; y alcanza para asegurarle un sitio entre los grandes poetas mexicanos.

Afín al texto de Sabines, pero apoyado en el recurso erótico, para Francisco de Quevedo el brío de esa juventud herida, como reclamo toma forma en el madrigal

Amante sin reposo

Está la ave en el aire con sosiego,
en la agua el pez, la salamandra en fuego,
y el hombre, en cuyo ser todo se encierra,
está en sola la tierra.
Yo sólo, que nací para tormentos,
estoy en todos estos elementos:
la boca tengo en aire suspirando,
el cuerpo en tierra está peregrinando,
los ojos tengo en agua noche y día,
y en fuego el corazón y la alma mía.

 

Entre el siempre distinto número de cuartetas que las diversas traducciones hechas a Jayyam presenta, figura la siguiente, la cual, evidentemente, coincide con el tratamiento temático y la precisión de efecto del poema de marras:

No obtuvo el universo provecho a mi llegada,
ni aumentará mi marcha su rango y esplendor,
ni de nadie escucharon mis oídos jamás
por qué un día llegué y otro me marcharé.

 

Existe, sin embargo, una sentencia de 'Omar, la estrella de Jorasan, el genio de Persia y de los dos Iraqs, príncipe de los filósofos' (Maalouf) que con ánimo festivo y de manera concisa, lacónica y contundente propone superar el sufrimiento que es pérdida de tiempo en las empresas de la vida:

¡Levántate, tenemos la eternidad para dormir!

 

Algo más extenso Del Mito, tiene una arquitectura engañosamente intimista clave de una atmósfera de confidencia que de súbito se torna universal y sobrecogedora. Su resolución remite a Cavafis cuando declara: "Prorrumpieron en llanto los caballos de Aquiles/ por el eterno desastre que es la muerte". En otro orden, el empleo de la primera persona como voz lírica motiva una reflexión acerca de la vieja polémica que se suscitara entre dos maestros de la literatura de habla inglesa, Elliot y Whitman. A saber, T. S. Elliot postulaba la necesidad de hacer una distinción clara entre las experiencias del autor y las experiencias y emociones de la escritura. Walt Whitman, en franca oposición, confirmó refiriéndose al poema, "yo soy el hombre, yo sufrí, yo estuve ahí". He aquí un dilema, una alternativa crucial, definitoria de estéticas y poéticas.

Abundando, la conciencia personal se torna insoportable según explica La errancia sin fin, ensayo de Juan García Ponce: "Si el espíritu se presentara de pronto en toda su extrema pureza su vacuidad sería tal que uno se sentiría tentado de cubrirlo, como a un fantasma, para que tuviera así alguna apariencia"

En Del Mito, acepta diáfanamente el riesgo de esa dicotomía Sabines, de modo que cuando en la obra literaria se vale del "yo", resulta lo más fácil pensar, al vuelo de la lectura, que ese yo que en el texto se manifiesta corresponde verídicamente al de la personalidad civil, real o social del escritor. Pero no necesariamente ocurrirá así, y en cualquier caso la opción será resuelta por el lector, quien define por esa vez la controversia. A mayor abundamiento, puede tomarse en cuenta el parecer del gurú estético de García Ponce, el novelista alemán Pierre Klossowski, que refiriéndose a este asunto de la identidad del autor expresara: "uno no está jamás donde está, sino ahí donde uno no es más que el actor de ese otro que uno es. [...] Nuestra identidad es, entonces, mera cortesía gramatical".

Volviendo al tercer poema comentado, evidentemente esa presencia invisible, terrible, simboliza el fin de la existencia pero asume la apariencia de un llamado, urgiéndonos con el memente mori de los antiguos césares romanos.

El propio poeta ha dicho con respecto a Algo sobre la muerte del Mayor Sabines , su conocidísimo trabajo en dos partes, escrito en diversas épocas, sobre la enfermedad y deceso de su papá: "Todo el poema se hizo con llanto, con sangre. Es un poema del que no me gusta hablar porque es puro dolor, desgarramiento, impotencia ante la muerte..."

En otra hora de prueba, la de la desaparición física de doña Luz, su madre, dirá "ante la muerte lo único que se tiene es la cabeza rota, las manos vacías, ante la muerte el poema no existe"

Sin embargo, su último texto Me encanta Dios señala contundente ".[...] Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre."

Para ejemplificar la coincidencia en la visión sobre el asunto y establecer el paralelismo de las obras traigo a cuenta un celebrado soneto quevediano:

A Roma sepultada en sus ruinas

Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!
y en Roma misma a Roma no la hallas:
cadáver son las que ostentó murallas
y tumba de sí propio el Aventino.

Yace donde reinaba el Palatino
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que Blasón Latino.

Sólo el Tíber quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya sepultura
la llora con funesto son doliente.

¡Oh Roma en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme y solamente
lo fugitivo permanece y dura!

 

Adicionalmente puede observarse la afinidad de sentido y similitud enunciativa con Omar Jayyam en esta joya de sus Ruba'yyat:

A los labios del jarro uní ansioso mis labios
pidiéndole una ayuda para mi larga vida;
sus labios en mis labios, me dijo sigiloso:
bebe vino, que al mundo nunca más volverás.

O en esta otra irreverente gema:

De vez en cuando, un hombre se yergue en este mundo,
despliega su fortuna y proclama ¡Soy yo!
Su gloria vive el espacio de un sueño agrietado,
ya la muerte se yergue y proclama: ¡Soy yo!

La poesía creada por Jaime Sabines se ha ganado su pan curtida por la vida en comercio, fábrica y cultivo de emociones, en la bienvenida y los adioses del sucedido. Viste el lenguaje de la sangre y el temperamento de la discusión y la charla de cualquier día, es auténtica como el vértigo que nos produce esa mirada aguda y cómplice de alguien en el mundo, porque sabemos que hechiza y agosta.

No es un aspecto de interés menor en ese sentido pensar en don Jaime como un estudiante de medicina, con historial universitario en letras, que se ganaba la vida como co merciante en una tienda de telas o de empleado en una fábrica de alimentos para animales; de la misma manera en que Quevedo obtuvo grado en letras pero vivió los azares de tener encargo en altas esferas políticas, o al modo en que Khayam era un matemático y un astrónomo, pero también un refugiado. Pero es que peregrinos, ¿no lo somos todos?

Se ha titulado este comentario Relámpagos en la noche de la selva nublada, reminiscencia reverberante de un eco del Dante, enfatizando la impronta vital del paisaje -que no paisajismo como cree Xirau- (pienso en el Amanecer en Comitán) y del entorno familiar en el bardo; así como su conmoción ante los contrastes sociales de su natal Chiapas, sus errancias rurales y urbanas, pero también con respecto a su propio y personal conocimiento del dolor, la enfermedad, la ausencia y la muerte.

Los biógrafos establecen que, entre 1985/87, estuvo en contacto profundo con la naturaleza y cultivó la tierra su rancho 'Yuria', cercano de los Lagos de Montebello; tal apego telúrico da pie a establecer otro paralelismo con Quevedo, quien desde 1609 y hasta 1624, buscara afanosamente hacerse del señorío manchego de la 'Torre de Juan Abad', a dónde será confinado por largos períodos durante sus reveses de fortuna; y asimismo, recordar cómo el propio Khayam o Jayyam como se le nombra ahora realizó ingentes esfuerzos para volver a su tierra natal, a su vergel solariego donde finalizaría su jornada en el mundo).

Es obvio que entre los aportes de Sabines a la civilización mexicana -una cultura occidentalizada-, figura poderosamente el autoconocimiento emocional y sentimental profundo, más allá de siglos y cartografía, de la unidad fundamental de la especie humana.

"Para Sabines -cito a Octavio Paz al finalizar esta reflexión- todos los días son el primero y el último día del mundo."

Luego, no solamente es el poeta de los peatones, sino el de la diuturnidad entrañable y milagrosa.

 
NOTAS
(1) Publicado en el número 45 de la revista Navegaciones Zur (Mérida, Yuc., 2006)
(2) En Chiapas el 'voseo' (uso del tratamiento o pronombre reverencial vos) es todavía muy común, por lo que resultaría excesivo asegurar que se trata del plural, especialmente cuando J. Sabines se caracteriza por abrir el poema al lenguaje coloquial.
(3) Comentario crítico al libro de cuentos Otra vez el Santo de Rafael Ramírez Heredia (CRIPIL-Yucatán, 2006).

 

Bibliografía y hemerografía consultada:

 

© Jorge Lara Rivera

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