fragmentar
Pienso
en César Vallejo, sus palabras:
Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.
Hoy
me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tánta vida y jamás!
¡Tántos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi sér parado y en chaleco.
Me
gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste; una frente ésta, aquélla...
Y repitiendo:
¡Tánta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tántos años y siempre, siempre, siempre!
Dije
chaleco, dije
todo, parte, ansia, dice casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que queda al lado
y que está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.
Me
gustará vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tánta vida y jamás y jamás! ¡Y
tántos años,
y siempre, mucho siempre, siempre siempre!
César
Vallejo
Pienso en César Vallejo muchas veces y tengo la impresión
de que me lo podría encontrar en cualquier calle. También
pienso en muchos otros, no sólo muertos, también vivos,
por este lado y por el contrario: no sólo en los muertos
que vivirán siempre sino en tanto vivo, demasiado vivo, pero
en esencia muerto.
La
cuestión es que llego de un simposio celebrado en honor de
Juan Marsé, es posible que las ausencias y el poco público
asistente sean consecuencia de su condición de escritor con
un sitio para siempre en la literatura en español; tampoco
habría que descartar el hecho de que muchos de los actos
académicos españoles sigan demasiado vinculados al
siglo XIX, ya se sabe que modernidad es un concepto ambiguo;
aunque, como ha dejado claro Arturo Pérez Reverte, se supone
que esos "vivos" a los que me refiero hoy y tantas otras
veces deben estar esperando a que se muera (que de pobre ilusión
también se vive).
Había
estado programada la presencia de Manuel Vázquez Montalbán
y no vino, por ser uno de los pocos que podía justificar
su ausencia. Y pienso en estos últimos días, en los
que todo el mundo se acuerda de él y todos lo llaman Manolo
y todos dicen que debe ser recordado como un gran poeta y que su
poesía debe recuperarse y reconocerse como... el caso es
que me he puesto a ojear y hojear antologías y casi no está,
aunque a partir de ahora estará en todas. Por pensar, pienso
en aquella tan comentada que se titula El último tercio
del siglo, fue una antología consultada mediante
300 encuestas, parece que en aquel momento Manolo no estaba en la
mente de la mayoría de los encuestados, ahora sí,
ahora ya está muerto (aparentemente).
Pienso
en el editor que me comentaba que su famosa editorial tenía
una programación muy apretada. No me dijo quién y
cómo la aprieta, pero me supongo que se aprieta mediante
selecciones y antologías del tipo citado, siempre queda tiempo
para que la gente se muera.
Por
estas extrañas razones, creo que César Vallejo estaría
de acuerdo en que las revistas como EOM deben seguir luchando
porque, a pesar de todo y de aquéllos, nos gusta la vida
enormemente.
Un
abrazo,
Francisco
Javier Cubero
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