Winston Morales Chavarro        
    Aproximaciones a la obra de
Winston Morales Chavarro
   
   
     

Memorias de Alexander de Brucco

Gabriel Arturo Castro

 

Winston Morales es un creador destacado dentro de la poesía colombiana. Pese a ser muy joven (Neiva, 1969), es autor de tres libros: Aniquirona, De regreso a Schuaima y Memorias de Alexander de Brucco, siendo éste último merecedor del Premio Nacional de poesía Universidad de Antioquia.

De los dos primeros libros, Guillermo Martínez González resaltó su "exaltada convicción de los poderes de la imaginación y la imagen (...) La voz de Winston Morales elabora atmósferas en donde el sueño y el erotismo cumplen su labor de catarsis y deslumbramiento. Sus creaturas inquietan por su belleza y poder mítico; recrean con inusitado esplendor las fuentes de lo sagrado".

Palabras que encontramos en el prólogo a una antología poética del sur del país, donde aparecen textos de Morales Chavarro y que dan cuenta de su rica imaginería, ese tiempo inesperado, la explosión de júbilo, aquél ceremonial que es la poesía, la espontaneidad de su discurrir. A propósito, de su libro De regreso a Schuaima podemos leer:


Esta tierra tiene un viento esmeralda
esta brisa es la voz de los sauces
este trinar el viaje de un barco
cuyos peces de plata
navegan sobre un océano de tábanos y yarumos (...)

No sólo inventa un mundo sino que lo humaniza, pues el hecho creador conecta lo real con lo imaginario, al marcar la densidad del tiempo y hacer del espacio una experiencia sentida:


Estoy muerto
cálidamente muerto, muerto hasta la médula de mis huesos y mis odres.
Ningún poro de mi cuerpo besa el aire
y sé que esta noche
celebraré mi propio entierro
en el lenguaje semítico
del inconsútil y profundo río.

Su imaginación no tiene un orden fijo, por el contrario, posee una dinámica y una movilidad que facilita la unión de lo disperso, brindándole cauce, plasmando formas y proyectándose en sustancias o contenidos poéticos. Y estas esencias fundamentales en el inicio de la obra de Winston Morales, es el don de habitar un mundo compacto, creíble, sincero, y hacer de cada universo una región misteriosa, asequible sólo por la fe de la poesía, tras un entramado de metáforas e imágenes ocultas.

Los gérmenes de las Memorias de Alexander de Brucco, se alojaban al interior De regreso a Schuaima, tal como lo afirmara Matilde Espinosa en sus palabras iniciales al mencionado texto: "... se cumple el retorno en cada nueva visión que el autor puebla de criaturas extrañamente maravillosas, en donde la imaginación enriquece y recrea logrando imágenes tan leves, tan furtivas como el soplo del viento, tan rumorosas como la canción de los árboles o el cansancio de los ríos o el vuelo de los pájaros".

De acuerdo, Morales Chavarro recrea y se reinventa a sí mismo con la fiesta de la imaginación fructífera, libre y trascendente. Halla, busca, evoca, se emancipa y sobrepasa fronteras a través de la palabra:


Estoy reconstruyendo mis submundos
en los postigos del sueño,
tal vez al comienzo de la vida
tenga el resumen exacto de lo que fui
y que recuerdo vagamente
en la placidez de mi lecho ávido de figurativismos (...)

Así la fantasía, la conjetura y el sueño, rescatan o reconquistan la memoria, confluencia de todo lo que hemos perdido y de todo lo que esperamos. La imaginación ilumina la realidad: "Escucho sus voces en mi casa/ sus palabras sosegadas/ que llegan como música imperiosa". De tal manera que la tarea creadora determina un espacio propicio y "concentrado en el corazón de las cosas", como lo expresara Bachelard, ofreciendo un nuevo tipo de visión.

Digamos que todo lo anterior era un preludio, camino necesario a la confección de su tercer libro, objeto de esta reseña, Memorias de Alexander de Brucco, poemas vislumbrados cuando ganó el premio departamental del Huila, convocado por el Ministerio de Cultura.

Los jurados, Orietta Lozano, Guillermo Martínez y Luis Enrique Mizar Maestre, conceptuaron que la poesía de Morales Chavarro, lejos de ser producto de una autobiografía, plasmada por medio de situaciones o episodios, es una memoria donde "sus versos hablan valiéndose de voces provenientes de épocas pretéritas, notables personajes de la mitología judeo-cristiana, o incógnitos testigos de episodios poéticos de carácter bíblico".

Adentro de sus textos existe un yo poemático, un narrador a quien se le escucha la voz, extraña y enigmática. La voz de la inspiración, exclamarían otros, aquel don que permite ahondar en la realidad para descubrir sus tendencias y caminos ocultos.

Winston Morales sabe que la poesía es intimidad y ánimo, convencimiento interior de la verdad, una exhalación derivada del yo interior profundo y de la conciencia intuitiva. Leamos un fragmento de un poema afortunado, el cual puede ilustrar la anterior reflexión:


Caín,
hermano de vientos, nubes, diluvios y ríos,
un mar de luces opalinas
gravita en los guáimaros de la ciénaga
y se aglutina en mi espejo
como un prisma que nos dice:
la muerte es una puerta
y el tiempo una ventana
por donde nuestros pasos presurosos
perciben otras cosas, otros mundos.

Monólogo interior donde se asume poéticamente los distintos personajes y su caracterización espiritual, filosófica e ideológica. Los escritores antes mencionados expresan que "Constantino Cavafis es probablemente el poeta precursor, dentro de la cultura contemporánea, de este tipo de poesía en la que su conciencia asume la personalidad de un sujeto histórico o apócrifo para desde allí expresarse".

La subjetividad se desplaza durante la experiencia poética, trance o éxtasis del poeta que sirve de médium para la enunciación de voces antiguas, arquetípicas.

Pero esa imaginación, proveniente de una rica actividad interior, y que venía fluyendo desde Aniquirona y De regreso a Schuaima, encuentra ya en Memorias de Alexander de Brucco una seria limitación, referida a que no todos los textos han surgido de la espontaneidad y de las profundas o reveladoras intuiciones que caracterizaban la poética de Winston Morales, acercándose más a las "premeditaciones o elaboraciones racionales, que es lo que tiende a ocurrir en los poemas que abordan personajes monumentales y demasiado conocidos, cuya aura o energía inconsciente es muy baja" y de lo cual "Epístola a la traición", puede dar fe:


Vesánicos del Neguev
malditos suicidas de estas tierras
ustedes me han ligado a otro concepto de la muerte.
Yo había huido con el viento Maarabit a otras latitudes
pero un futuro incierto nublaba la herradura.
Había pensado en restituir la casa
en comprar flores amarillas para la última cena
pero ya todo estaba dispuesto:
nombres, padres, pecados y hasta los más crueles amores
escritos en el pergamino de los días (...)

Lo mismo sucede con "Canción de Eva a Adán": Cuán hermoso es el barro que se levantó de otras orillas/ y se formó como un pájaro en el bosque/ hasta cantar la diadema de los ríos.

Semejante caso lo encontramos en "Moisés": Ábrete mar muerto/ que conmigo vienen/ todas las tribus de Sucot, de Etam, de Migodol,/ de Moab y de Edom.

Morales Chavarro pasa de "una escritura intuitiva, dotada de mayor poder sugestivo y asaltada por profundas revelaciones", a una escritura propia de la tendencia que elimina la tensión y la pulsión , y la reemplaza por la erudición, literatura de naturaleza conceptual y culterana, expresión de extrema artificiosidad que deja de lado lo sensitivo, lo espontáneo, la sugestión, la evocación, la ilusión y la voz personal, como elementos generadores de un arte poético. Dicha erudición actúa por sumatoria y le complace nombrar el objeto, no sugerirlo, quizás por hacer alarde de su génesis: la lectura culta o especializada, la cual se exhibe como pedantería de un conocimiento intelectual, teorético o especulativo de la "representación" artística.

Leamos, a manera de ilustración, la parte inicial del texto "La pasión según David":


Oh, Betsabé
-canto de corales y náyades de musgo-
quiero alabar tu desnudez
como un crisol alaba de la luz
la porción de los aceites
y las gomorresinas del espejo.
Quiero alabar tus cabellos de estrella milenaria
y poner ante tu talle y tu pliegue de paloma
todos los territorios de Sión, de Judá, de Israel,
de Betfagué y de Séforis.
Quiero homenajear tus labios,
tus rodillas de sinagoga
tus pechos balsámicos
en donde convergen los vivos y los muertos
para levantar en medio de tantas religiones
las teorías sobre los orígenes de la tierra.

¿Otra vez la poesía al servicio de la razón, de la lógica, del puro intelecto? ¿Anacronía de una especie de realismo nostálgico que habla del regreso al helenismo, a la mitología clásica, al arte renacentista y decimonónico?

Es lo que va de la recreación, privilegio de la poesía (poiein: crear y hacer), al fingimiento, figuración consciente o mimesis buscada. Algunos poetas olvidan que el arte es invención y que transformar un objeto es convertirlo en otro. No es perfeccionarlo ni pulirlo o intensificarlo, sino tornarlo en verdad distinta a la entidad que sirvió de partida, sin acatar cualquier presunción de verosimilitud, en este caso de la mitología judeo-cristiana.

El peligro de esta actitud de imitación es que el pasado aludido no se actualiza, y la palabra se vuelve evasora de toda realidad, gracias a la literalidad y no al ejercicio pleno de la imaginación (proceso de interiorización y asimilación), debido tal vez al afán o desasosiego de ser universales a toda costa, bajo todo riesgo.

Un asunto es detentar una experiencia espiritual verdadera y esforzarse por expresarla a través de la palabra poética, y otro es simular dicha experiencia y suplirla exclusivamente con lecturas, así sean diversas e inusuales.

Contrariando las afirmaciones de Enrique Serrano, autor del prólogo a las Memorias de Alexander de Brucco, no toda incursión en los mundos sagrados culmina en una revelación de personajes y de caracteres arquetípicos. Algunos de esos protagonistas no se humanizan (quedarán aprisionados como seres de papel), rumiarán el pasado, en el más allá, sin que los lectores logren comprenderlos y "acercarlos a nuestras rutinarias vidas", debido al poco poder de convicción del que son dotados.

El espíritu de este libro se aleja de los ecos maravillosos, personales y originales de Schuaima y Aniquirona, y se acerca más a un estilo de desvelada convención, preocupante postura de algunos poetas de nuestro medio.

 

Gabriel Arturo Castro

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