EL
REGRESO DE WINSTON
Miguel de León
Poeta y Periodista
Tengo
en mis manos un libro, se llama De regreso a Schuaima
y su autor es Winston Morales, escritor huilense. Página
a página el placer de leerlo aumenta y la alegría
es mayor. Un libro bien hecho; decorosamente editado, del
tamaño adecuado, sólo encuentro un detalle que
no encaja, está impreso en España por ediciones
Dauro. Pero no hay otra, en el Huila ni siquiera las instituciones
creadas para ello colaboran con los artistas de verdad con
apoyos de verdad. Por eso, a nuestro joven poeta (32 años)
le tocó "saltar el charco" para poder imprimir
su poemario. El resultado está en mis manos y seguro
que valió la pena.
Son
treinta poemas que enriquecen ese mundo soñado y soñador
de Winston, un universo tal personal como sugerente que comenzó
a madurar con su anterior poemario Aniquirona.
"Si Aniquirona era la mujer, Schuaima es el lugar, la
Terra..., o como muchos podríamos decir: la Utopía",
nos aclara el poeta español Emilio Ballesteros y que
en gran parte justifica la edición española.
Un universo cantado con palabras oníricas y que nos
lleva por un camino en donde "Las palabras huelen a viento/
y el silencio tiene forma de roca" y que a la larga,
no sólo es el camino vital del poeta sino de todos
los soñadores.
Este
sendero es recorrido en compañía de todas sus
sombras; "Me acompañan desde niño/ desde
la noche de los tiempos/ cuando pervivía la palabra".
Y con ellas llega a la "La Terra de la imaginación
y el sueño", un espacio tan sugerente como terrible,
que puede ser igualmente "la región misteriosa
de su creación poética" (Matilde Espinosa).
Porque sólo la imaginación del poeta logra re-crear
ese espacio maravilloso lleno de imágenes tan ricas
y fértiles, pero a su vez tan únicas y propias.
Un mundo construido a partir del sueño; "Mi vida
está sujeta/ al hilo claro-oscuro de las mágicas
visiones". Sueños construidos en un espacio vivo,
por ello al final encontramos las sombras, la muerte acechante;
"la muerte no es otra osa/ que exceso de luz".
Entonces
llegar a Schuaima, el aparente final de nuestro recorrido,
constituye un simple pretexto para describir un mundo vital.
Un mundo que es el mismo, un mundo que son todos los hombres
con sus razones y sus voces. Por eso el recorrido se realiza
en compañía de una guía especial; Aniquirona,
la amada de todos los soñadores de la tierra. Pero
no olvida otros guías, sus amigos y al mago, Guillermo
Martínez, poeta mayor, "el pajarero de los bosques".
Nada es olvidado en este viaje, los olores, los caminos, el
paisaje, la muerte, la vida plena, los espejos o el viento,
y sobre todo, la lluvia: "siempre llueve / y uno sumerge
la cabeza contra el viento / y la lluvia llega como un tumulto
de palomas".
El libro llega en un momento de terrible desencanto del poeta.
Hemos visto a Winston Morales vendiendo hojas sueltas de poesía
a doscientos pesos y abriendo suscripciones con sus amigos
por veinte mil pesos para poder publicar su libro. Lo hemos
visto escuchando políticos que le prometen este cielo
y el otro, pero sólo concretan infiernos. Lo vimos
desarrollar un proyecto comunitario con su periódico
Neiva, para que luego cayeran paracaidistas expertos en este
tipo de salto. Mientras tanto, los premios y las menciones
llegan. La envidia se manifiesta en algún insulto escuchado:
Caza premios!, como si el artista no pudiera vivir de su trabajo.
Ahora, el 14 de este mes, se lanza su nuevo libro De
regreso a Schuaima.
Libro
que mis manos dejan caer y lo toma mi pequeño niño
de 16 meses. Mi esposa corre a quitárselo, le digo
que lo deje. El niño toma el libro con devoción
y respeto, mira sus palabras, toca su portada, huele su contenido.
Pero no lo daña, ni lo arruga, sólo lo toca,
lo acaricia, me lo devuelve, lo señala; míee..."
un libro que se gana el respeto de un niño, debe ser
un libro digno de leer.
Miguel de León
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