VIAJE
POR SCHUAIMA
Matilde
Espinosa
Poeta
Si
referirse a una obra distinta a la poética infunde
cierto temor o riesgo de no acertar, de no saber llegar a
las valoraciones humanas y estéticas que tuvo en cuenta
el autor al escribirla, la obra poética hace estremecer
al prologuista o crítico. El mundo poético o
universo es muchas veces inabordable; tiene tanto de extraño,
de revelador, de insospechado, por no repetir la palabra "mágico",
que precisa identificarse, transplantarse al hecho fugaz de
la iluminación. Por eso las traducciones de poemas
son tan esquivas; no siempre se logra darle el aire o ambiente
originales; se escapa ese estupor, ese prodigio de traducir
el instante.
El poeta Winston Morales Chavarro me concede la gracia de
habitar -por un tiempo- las regiones misteriosas de su creación
poética. En De Regreso a Schuaima, se
cumple el retorno en cada nueva visión que el autor
puebla de creaturas extrañamente maravillosas, en donde
la imaginación enriquece y recrea logrando imágenes
tan leves, tan furtivas como el soplo del viento, tan rumorosas
como la canción de los árboles o el cansancio
de los ríos o el vuelo de los pájaros.
Este libro singular parece cobrar o recobrar ciertos valores,
no sólo por su oleaje, sino por la trascendencia del
estro profundo que va marcando un itinerario desconocido en
las obras poéticas del momento que también son
más pobreza sobre el mundo.
La incursión por De Regreso a Schuaima,
significa ir conquistando territorios en compañía
del personaje más encantador y encantado: Aniquirona,
la amada de todos los soñadores de la tierra; la idealizada
que nos pone en comunicación con los seres que moran
más allá del discurrir cotidiano. Este ensimismamiento,
el llegar de "Pobladoras" con su despliegue de hermosura
cautivando casi hasta el delirio. El espacio que invade al
que le sigue con su aroma singular de bosques y jardines,
de mares secretos o rocas agresivas, o el desafío subversivo
de presencias que se ignoran a pesar de sus deslumbramientos,
sostienen el embrujo, la gran orquestación de todos
los elementos.
En Schuaima los ríos tienen nombre de varón
-Calixto-, y los perros son filósofos, consejeros y
sabios. El fluir constante de las fuerzas secretas que elaboran
el milagro de todas las supervivencias, aún las más
remotas, las que ignoran las gentes, los habitantes de Schuaima
las disfrutan y entregan a la armonía universal que
se sustenta con las aspiraciones y concepciones imaginativas
y enigmáticas del poeta.
Cuando
se escribe el poema sólo se piensa en él; por
eso sorprende la asistencia multitudinaria de imágenes
que maneja Winston en la justa perspectiva que va descorriendo
el futuro o el inmediato pasado; el momento puede ser hoy
o el hoy de los siglos ya idos.
Los
olores, los viajes, los caminos, la muerte, la vida plena,
la clarividencia en el espejo o el viento que pasa en la voz
de los niños, en las divagaciones del más empedernido
soñador, hacen EL GRAN POEMA.
Las
experiencias oníricas confunden los limites de tiempo
y espacio, entonces crece el interés y la curiosidad
por saber quiénes son "Oáma", "Yhoma",
nombres legítimamente soñados por el poeta para
que discurran por los senderos de luz o de sombra.
En
De Regreso a Schuaima, se unen los inimaginables
contrastes de resurrección y muerte; las más
audaces formas de pintar lo inverosímil: el ocaso o
el amanecer pueden centrarse en un rayo de sol perdido, o
en la agonía de un fulgor lunar, vertidos en la gama
infinita de colores hasta fundirse en una ola sin horizontes.
Se piensa en el éxtasis poético con la nostalgia
de las reminiscencias vividas por otros cuyos nombres y sombras
siguen vagando por el mundo.
Toda
despedida duele y no es fácil dejar De Regreso a Schuaima
en donde la belleza y la libertad son para el visionario su
estación preferida.
Matilde
Espinosa

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