ANIQUIRONA O DEL CÁNTICO
DE LA NATURALEZA
Daniuska
González
Poeta cubana
Dra. En Licenciatura Latinoamericana
Universidad Simón Bolívar-Caracas
Revista Ateneo-Venezuela
La
Poesía es un camino sobre la vida. Siempre forastero,
el poeta va cantando los paisajes del recorrido vital, amasándolos
en la palabra íntima de la forma. Y como camino que
se dibuja en las sensaciones del tiempo y en los sonidos del
espacio, la poesía es, sobre todo, búsqueda,
tierra fértil para la semilla de la revelación
y para el hallazgo de un cosmos, a veces trascendental, otras,
espejismo.
De
esa búsqueda existencial vienen los poemas de Aniquirona.
La naturaleza se hace, además de tránsito, poética,
y el sendero infinito que la atraviesa, permite el re-nombramiento
de sus elementos. Ya las piedras, las creaturas animales o
el perfil del sol sobre las hojas, se despojan de su opaca
realidad y surgen como imágenes de luminosidad mágica:
los "pájaros que vuelan por las nubes/ disfrazados
de árboles y ríos" y las "mañanas/
cuando llueven estrellas", y "la brisa y la lluvia
de los tallos".
Una
antigua sabiduría va tejiendo el recorrido, como una
savia que fluye hasta el medular de la naturaleza. Para el
poeta, hacedor de los cantos iniciáticos, "hay
una aproximación entre el lenguaje de los árboles/
y el mío". La poesía vuela hacia las ramas
festejadas por los mirlos, escapa al "aire azul"
y desciende como "las hojas que corretean presurosas".
Sólo la naturaleza posibilita la identificación
interior, en ese "silencio musical" del camino,
fundido, paradójicamente, "de palabras y de voces"
y donde el "chasquido de paisajes" resulta "otra
forma de ascenso".
Pero
la naturaleza cobija también la desintegración
de sus elementos. A la tierra regresan los cuerpos, la luz
final de la materia, las sombras. La muerte acecha y sobrecoge
al poeta, y éste sabe que su tránsito es un
puente tanto hacia la vida como hacia su término. Schuaima,
la aparente clausura del recorrido, constituye el pretexto
para describir una ruta vital, porque él presiente
que el lugar, como destino, no existe, sino que es él
mismo, todos los hombres, sobre el camino. Y que el único
ritual frente a esa muerte vigilante, nace de su palabra.
Aniquirona:
poesía, afluente hacia el misterio, deidad de los sonidos
y de la lengua, que puede transmutarse en mujer, en magia
o en el fuego de las cosas, pero que será, por esencia,
cántico de la naturaleza. ¿Qué río
vadear, entonces, para llegar a la orilla, a lo trascendente?
Viajar con el poeta por los bosques "de vientos y madreselvas"
y de "viejísimos castaños", uncirse
en "la ceremonia de las flores" y cortejar la luz
"en la respiración del aire". Dejar que para
siempre "la voz continua de la lluvia" golpee el
camino y abandone al hombre en "la savia de los árboles",
a la sombra ancestral de la poesía.
Daniuska
González
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