En triste empeño
Vivo
aferrado a ti, mensajero desierto
Empinado
en mirar tus entrañas
En
el sortilegio de los días
Son
muchos los que pasan tus pruebas diarias
Entre
cóleras y arrebatos
Discípulos
indiscutibles de ayer
Buscando
la mano eternamente
La
bruja mano que tiende el tiempo
Y
resbala en el escorzo, de la gris esperanza
Niebla
espesa que cuelga en el espejo de los años
Tiempo
opaco, que en desden se retuerce
Mientras
yo, tú, invariablemente buscándolo a él
En
las mejores mañanas, en blasfemas pendencias
Siempre
quiero lo que veo, no al tiempo imperecedero
Oculto
y cancerbero. Genio sutil que nos rodea sin pausa
Del
libro Resplandores hueros, Editorial Vismar
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