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Casi
tres meses de silencio parece mucho, pero "mucho" es un
cuantificador ambiguo y subjetivo cuyo valor depende de la intensidad
del deseo, de la necesidad sentida, de la espera consciente. Mucho
tiempo me parece a mí, hacedor en la distancia, poeta en
el exilio de los mundos literarios; y me lo parece por intensidad,
por necesidad, por desesperar
algunas veces en esta espera activa que, aunque silenciosa,
no deja de tejer en la sombra.
Mas
como todo llega, llega el otro, de nuevo, estrenando
sus galas de domingo, niño otra vez con zapatos brillantes
y más de una sorpresa en los bolsillos: esos regalos de cuantos
colaboran en este invento, de este lujo de amigos.
Ahora
pasamos del fondo negro al blanco, en esta búsqueda de luz
y en esta lucha por el poder de la palabra y de la imagen contra
la perversión de la palabra y de la imagen. Con las puertas
abiertas, y sin burocracia, registros, contraseñas, pagos
con tarjeta, privacidad de datos, contratos en cursiva diminuta...
El
otro una vez más y un fuerte abrazo,
Francisco
Javier Cubero
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e d i t o r i a l
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