¡Oh, Dios, ¿porqué me
sirves esta
copa de sangre el día de tu muerte?
¿Y esta rosa y este ángel y este silencio?...
¿Qué hice yo para merecer tanta belleza?
¿Qué
hice para contemplar a los idiotas?
Líbrame, Dios, de la belleza de los muertos.
Líbrame de Ti en los infiernos y
de la mierda sobre la cabeza de los niños.
Y
llámame con el nombre de los vivos
(caballos de luz atraviesan el ocaso--es
el furor de la poesía lo que clama
en
las voces de los niños--). Las ballonetas
están caladas como rosas. La muerte
ha calado los ojos de los niños.
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Los
aviones se inclinan como sueños:
oscuros canarios trinan y escalan
las sombras, los dedales, los espejos
(hay humo de Dios en los orgasmos
de
los niños: la muerte anda suelta
como madres desnudas en las esquinas
de los sueños. Alguien aúlla en medio
de la noche. La pesadilla está pariendo
los
cadáveres). Llueven peces, fuego,
aviones, sobre el llanto de los
muertos. Los niños se roban el sueño
y
edifican candelabros contra la muerte
(hay humo de Dios en los orgasmos).
La muerte se inclina como un falo sobre los niños.
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Estoy
vendiendo a Dios en las esquinas: Dios
a diez centavos. Dios a medio peso.
Dios a mala suerte. Los aviones
caen sobre tus labios. Los niños brincan
la
cuica en las letrinas y la televisión es
peor que los obispos. Sueño arañas,
sueño estalactistas que deshilan
el ruedo de la muerte. Dios eructa.
Dios
se rasca los piojos y me llama:
"¡Yván, grita! ¡Yván, maldice!"
Pero ni sé
gritar, ni maldigo la muerte (esa borracha,
esa
monja, esa puta). Dios es azul
como tus besos. Dios es una mujer
que dispara contra los aviones en el cielo.
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La
guerra es fatal como lo besos.
(La Belleza s'está sembrando navajas
en la vulva y la luna de pez ciego
crece metálica en los labios de las madres).
Hay
fuego en los pezones descubiertos
(Dios está orando por el mundo.) Los
caballos de plata, cenicientos,
cruzan la nieve de la luna rota
en
los gritos de la sangre acumulada.
La libertá está sola como un susto y
las sombras pasan huyendo de los sueños.
El
ángel de la muerte se masturba
y aguarda en los rincones a las novias
que se flagelan oscuras en las azoteas...
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de
Irak. Los extraños avanzan entre
los gritos y los sombreros japoneses.
No hay nada. No hay té. No hay nadie.
(¿Los poetas aplauden a la muerte?
No
lo sé. Nunca lo he sabido.) La noche
crece azul en los rincones. El amor
redime como un sueño, como un
espanto, como un archivo. Alguien se
ha
robado la piel de Dios. Estoy
de luto. Nací de luto. La muerte se
ha robado el pez de Dios. Estoy ciego...
Los
peces navegan en las vulvas.
Los aviones avanzan sobre Iraq.
Los niños...se han llenado de ratas.
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