Basura
Se
encuentran en el área de servicio. Cada uno con su
bolsa de basura. Es la primera vez que se hablan.
Buenos días...
Buenos días.
La señora es del 610.
Y, el señor del 612.
Sí.
Yo aún no lo conocía personalmente...
De hecho...
Disculpe mi atrevimiento, pero he visto su basura...
¿Mi qué?
Su basura.
Ah...
Me he dado cuenta que nunca es mucha. Su familia debe
ser pequeña...
En realidad sólo soy yo.
Mmmmmm. Me di cuenta también que usted usa mucha
comida enlatada.
Es que yo tengo que hacer mi propia comida. Y como
no sé cocinar...
Entiendo.
Y usted también...
Puede tutearme.
También perdone mi atrevimiento, pero he visto
algunos restos de comida en su basura. Champiñones,
cosas así...
Es que me gusta mucho cocinar. Hacer platos diferentes.
Pero como vivo sola, a veces sobra...
Usted... ¿Tú no tienes familia?
Tengo, pero no son de aquí.
Son de Espírito Santo.
¿Cómo lo sabe?
Veo unos sobres en su basura. De Espírito Santo.
Claro. Mi madre me escribe todas las semanas.
¿Ella es profesora?
¡Esto es increíble! ¿Cómo
adivinó?
Por la letra del sobre. Pensé que era letra
de profesora.
Usted no recibe muchas cartas. A juzgar por su basura.
Así es.
Pero, el otro día tenía un sobre de telegrama
arrugado.
Así fue.
¿Malas noticias?
Mi padre. Murió.
Lo siento mucho.
Él ya estaba viejito. Allá en el Sur.
Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.
¿Fue por eso que volviste a fumar?
¿Cómo es que sabes?
De un día para otro comenzaron a aparecer paquetes
de cigarrillos arrugados en su basura.
Es cierto. Pero conseguí dejarlo de nuevo.
Yo, gracias a Dios, nunca fumé.
Ya lo sé. Pero he visto unos vidriecitos de
pastillas en su basura...
Tranquilizantes. Fue una fase. Ya pasó.
¿Peleaste con tu pololo, no es verdad?
¿Eso, también lo descubriste en la basura?
Primero el buqué de flores, con la tarjetita,
tirado en la basura. Después, muchos pañuelitos
de papel.
Es que lloré mucho, pero ya pasó.
Pero incluso hoy vi unos pañuelitos...
Es que estoy un poquito resfriada.
Ah.
Veo muchos crucigramas en tu basura.
Claro. Sí. Bien. Me quedo solo en casa. No salgo
mucho. Tú me entiendes.
¿Polola?
No.
Pero hace unos días tenías una fotografía
de una mujer en tu basura. Parecía bonita.
Estuve limpiando unos cajones. Cosa del pasado.
No rasgaste la foto. Eso significa que, en el fondo,
tú quieres que ella vuelva.
¡Tú estás analizando mi basura!
No puedo negar que tu basura me interesó.
Qué divertido. Cuando escudriñé
tu basura, decidí que quería conocerte. Creo
que fue la poesía.
¡No! ¿Viste mis poemas?
Vi y me gustaron mucho.
Pero, ¡si son tan malos!
Si tú creías que eran realmente malos,
los habrías rasgado. Y sólo estaban doblados.
Si yo supiera que los ibas a leer...
Sólo no los guardé porque, al final,
los estaría robando. Si bien que, no sé: ¿la
basura de la persona aún es propiedad de ella?
Creo que no. Basura es de dominio público.
Tienes razón. A través de la basura,
lo particular se vuelve público. Lo que sobra de nuestra
vida privada se integra con las sobras de los demás.
La basura es comunitaria. Es nuestra parte más social.
¿Esto será así?
Bueno, ahí estás yendo harto lejos con
la basura. Creo que...
Ayer, en tu basura...
¿Qué?
¿Me equivoqué o eran cáscaras
de camarón?
Acertaste. Compré unos camarones enormes y los
descasqué.
¡Me encantan los camarones!
Los descasqué, pero aún no los comí.
Quien sabe, tal vez podamos...
¿Cenar juntos?
¿Por qué no?
No quiero darte trabajo.
No es ningún trabajo.
Pero vas a ensuciar tu cocina.
Tonterías. En un instante limpio todo y pongo
los restos en la basura.
¿En tu basura o en la mía?
___
Título original "Lixo", cuento incluido
en O Analista de Bagé y, posteriormente,
antologado en O Novo Conto Brasileiro por Malcolm
Silverman (Rio de Janeiro, Nova Fronteira, 1985). Traducción
de Paula Vera.
Realismo
El
escritor estaba delante de la pantalla vacía de su
computadora cuando la mujer entró volando por la ventana.
Él no le hizo caso y siguió mirando fijamente
la pantalla. Necesitaba empezar una novela. Necesitaba escribir
por lo menos un capítulo. ¡Necesitaba una frase!
Y no tenía ni una sola idea.
La mujer le tocó el hombro.
¿Qué?, dijo él sin mirarla.
¿No me viste llegar?
Sí, sí.
¿Y?
¿"Y" qué?
Un inicio para tu novela. Escritor delante de la computadora.
Entra la mujer volando por la ventana.
No sirve.
¿Como que no sirve? Mírame. Estoy desnuda.
Tengo un tatuaje en el trasero. Un corazón, un ancla
y un nombre: "Capitán Carrancho". Sólo
hasta aquí ya tienes una novela.
¿No supiste? El realismo mágico murió.
¿Qué?
Nadie más vuela, nadie más tiene 300
años de edad o 200 metros de altura. Acabó.
La mujer se sentó en un sillón, desanimada.
¡Caramba!
Gracias, de cualquier manera.
Bueno.
Luego de un rato ella vuelve a hablar.
¿Y si, en lugar de una novela, tu contaras una
experiencia tuya, una experiencia mística en lavida
real? En la ficción ya no se puede, pero en la noficción
sí que se puede. La realidad es el último reducto
de la metafísica. Yo puedo ser tu ángel de la
guarda.
Yo nunca tuve una experiencia mística.
¡La estás teniendo ahora!
No es lo mismo. Tú sólo te estás
haciendo pasar por un ángel. ¿Y dónde
se ha visto un ángel tatuado?
Yo renuncio al tatuaje. Nunca conocí al Capitán
Carruncho. ¡Ni siquiera tengo trasero!
No, gracias, pero no.
OK, dijo la mujer, resignada. Chao.
El escritor no tuvo tiempo de avisarla. Cuando gritó
"¡Por la ventana no! Tú no vuelas m..."
ya era tarde. Ella ya había salido. Él corrió
hacia la ventana. El cuerpo estaba estirado en la vereda,
allá abajo. Ya había personas alrededor suyo.
Alguien miraba hacia arriba. Y lo señalaba.
El escritor volvió a la computadora. Se quedó
esperando. Luego golpearon a la puerta. Él fue a abrirla.
Era un policía.
¿Fue de aquí que, hace poco, se cayó
un mujer desnuda?
Está bien, pensó el escritor. En la duda se
apela para una intriga policíaca. Luego pensamos en
cómo desarrollarla. Lo importante era empezar.
Depende. ¿Cómo es la mujer? pregunté,
notando que él no había entendido la ironía.
___
Título
original: "Realismo", publicado en Novas
Comédias da Vida Privada, Porto Alegre: L&PM,
1996, pp. 340341 traducido por Carlos Bonfim.
Río
arriba
Todos
los ríos llevan al misterio. Del Aar al Zwetll. Del
Orinoco al Deseado, pasando por el Oyapoque y por el Chuy.
Del Negro al Blanco. Del Madera al Plata. Del Grande al Chico,
el de las Antas, el de las Viejas, el de los Monos, el de
las Muertes. El río de la vida, señoras y señores.
Agárrense hasta que pasemos las pororocas. Aquí
el Amazonas recibe las aguas del su mayor afluente, el Atlántico.
Aquí el Nilo cambia de nombre y pasa a ser Mediterráneo.
Por esta boca el Mississipi expelió Cuba, Puerto Rico
y todas las islas de las Caraibas. Aquí termina el
Tajo y empieza el mundo, una obra de Camões. Aquí
empieza nuestro tour.
Río arriba. Observen como, desde donde estamos, vemos
pasar las orillas de ambos lados... Una equivocación,
somos nosotros los que pasamos. Protejan la cabeza del sol
y mediten sobre la finitud humana. Se servirá un refrigerio
antes de que pasemos por la fábrica de celulosa, porque
después nadie podrá comer. A la izquierda, una
usina nuclear. Miren los peces fosforescentes. Miren a los
nadadores fosforescentes. No pongan las manos en el agua si
no la quieren perder. A la derecha, flotando, algunos mendigos.
Prisioneros de manos atadas. Varios fetos. Zapatos. Orinales.
Llantas. Señales de civilización.
Una nota personal, señoras y señores. Aquella
casa en la orilla derecha es mía. Tenía una
palmera al lado que, pobrecita, de nostalgia, se murió.
Y el videoshop al otro lado, claro, es nuevo. Aquella es mi
familia, y aquél niño con agua hasta la cintura,
saludándonos, soy yo. Pero esto también ya pasó.¡Río
arriba!
El niño abandonado en aquél barco es Huckleberry
Finn. Saluden, saluden. Aquella figura que acaba de lanzarse
al río desde un árbol es Tarzán. Miren
como se le acerca un cocodrilo. Los dos se atracan. No se
preocupen, Tarzán vencerá. Al margen derecho,
un lobo y un cordero conversando. Desde el margen izquierdo
Guimarães Rosa contempla la tercera orilla. El bebé
flotando dentro de la canasta es Moisés.
¡Estamos
en el Rubicón! Qué suciedad, ¿no es cierto?
Ustedes notarán que muchos ríos históricos
no merecen el nombre que tienen. El Danubio, lo veremos más
adelante, no es azul. El Rojo es marron. El Amarillo es gris.
El Mekong es rojo de tanta sangre. Río arriba. Estamos
en el Tames. Ahora en el Avon. Aquél allí en
la orilla, pensativo, es Shakespeare. Miren, en el medio del
río, rodeada de flores, manteniéndose a flote
por las vestes infladas, la dulce Ofelia. Saluden, saluden.
¿No dije que este tour tenía de todo?
Ahora preparen sus cámaras. Ahí viene, en su
barca imperial, Cleopatra bajando el Nilo. Río arriba.
Estamos en el Reno, en el Poh, en el Yang-tsé, en el
San Francisco, en el Tigre, en el Eufrates, en el Volga, en
el Jordán. Aquella escena ustedes seguramente querrán
fotografiar: Juan Bautista bautizándole a Jesús.
Estamos en el Ganges, donde los vivos vierten sus muertos
y luego se lavan. El río es siempre el mismo y nunca
es el mismo. El agua que purifica es la misma que recibe el
desecho ácido. El agua que mata la sed es la misma
que ahoga, la que pasa y no pasa.
Río es Portela. A la derecha, Paulinho da Viola. Aquella
cabecita de nadador allí es la de Mao.
Ramas, troncos, casas, ganado, canoas volcadas, cuatro con
timón y sin timón ¡y una fábrica
entera remolcada del Japón!
Las aguas empiezan a ponerse lodosas. Los grandes árboles
se tocan sobre el río. Estamos en el Congo, rumbo al
corazón de las tinieblas. De la fuente obscura de todo.
Mistah Kurtz, he dead. El olor ácido de limo
y fósiles. El horror, el horror. El mar está
lejos, llegamos a nuestra vertiente. Y el origen de todo no
es el misterio, es un hueco en el suelo. Hay otros ríos
por debajo de estos y es allá adonde nos vamos un día.
Río abajo. La propina es voluntaria, gracias.
___
Título
original: "Rio acima", publicado en Novas
Comédias da Vida Privada, Porto Alegre: L&PM,
1996, pp. 315316 traducido por Carlos Bonfim.
Choricitos
La
conversación en aquel bar había llegado a ese
punto en que sólo quedan dos alternativas: o largarse
a casa o largar a decir tonteras. Y nadie parecia dispuesto
a irse a casa.
Cléber empezó. Habló directamente al
Patrullero, que tenía este apodo porque cuando pequeño
había pedido un autógrafo al Patrullero Toddy.
Cléber habló apuntando el dedo a la nariz de
Patrullero.
¿Tú eres responsable por la muerte de
cuántas criaturas?
El Patrullero no parpadeó. Pidió una aclaración.
Define "criatura".
Criatura. El nombre lo dice. Un ser creado por Dios.
¿Racional o irracional?
Da igual.
Patrullero pensó.
¿Mosquito cuenta?
Mosquito, mosca, pajarito, reptil, gente...
Mosquitos dijo el Patrullero unos ciento
diecisiete, así por encima. Algunas moscas también.
Pocas. Ah, y una vez aplasté una lagartija.
Norinha
advirtió:
¡No queremos detalles!
Yo ya maté una serpiente contó
Dado.
Yo ya atropellé un perro, dijo alguien.
¡Cucarachas!, se acordó otro.
Miranda levantó una cuestión. Había mandado
dedetizar el departamento. ¿Era responsable por las
muertes causadas? El consenso fue de que Miranda había
actuado como un general que manda que sus tropas ataquen al
enemigo pero no mata a nadie directamente. Moralmente, sin
embargo, tenía decenas de insectos muertos en su currículo.
Ustedes se están olvidando de los bichos que
mueren por nuestra culpa, dijo Norinha. Bueyes, carneros...
Gallinas... dijo Marta.
A Marta le encantada comer gallina. Nunca había pensado
en su muerte. Quedó súbitamente deprimida.
Esperen un poquito, pidió el Patrullero. Existe
un equema montado para matar a esos bichos desde que el mundo
es mundo. Existiría incluso si no estuviéramos
vivos o si fuéramos vegetarianos.
Pero ellos mueren para alimentarnos.
El Patrullero propuso un plebiscito. ¿Cuántos
se sentían responsables por la muerte del bicho cuya
carne había sido usada en aquellos choricitos? Tres
dijeron que no se sentían responsables, dos dijeron
que no estaban seguros, una (Marta) dijo que se sí
se sentía responsable, uno dijo que se sentía
desobligado de votar porque no había comido el chorizo
y Cléber preguntó de qué bicho mismo
era la carne del chorizo y concluyeron que era mejor no saberlo.
Pisieron otra ronda de chop, pero el pedido de más
choricito lo vetó Marta.
El Patrullero propuso entonces el test del botón. Les
pidió a todos que se imaginasen un botón en
el centro de la mesa. El que aplastase el botón estaría
matando a cien personas en el Tibet, pero se ganaría
el gran premio de la lotería.
Miranda quiso detalles. Las personas en el Tibet caerían
fulminadas o serían víctimas, por ejemplo, de
una avalancha? Cléber perdió la paciencia con
Miranda. ¿Qué diferencia había? Marta
preguntó si los muertos incluirían a personas
de todas las edades, si no podrían ser sólo
viejitos o bandidos y si podía no ser en el Tibet,
país con el cual ella simpatizaba a causa del Dalai
Lama y de Richard Gere, sino en China, que al fin y al cabo
ya tenía tanta gente... Cléber miró el
cielo pidiendo piedad, Patrullero argumentó que aquello
era un asunto serio y la confusión que se siguió
sólo se interrumpió cuando dado se levantó
bruscamente, se inclinó sobre la mesa y, con un gesto
decidido, pulsó el botón imaginario. Luego se
sentó y miró alrededor. Todos los miraban, asombrados.
¿Qué pasó?, dijo Dado, desafiador.
¡Caramba, Dado!, dijo Marta.
Está hecho, dijo Dado.
Se hizo un silencio lleno de tibetanos muertos y de resentimiento.
Luego, cuando Dado y Marta se fueron, todos concordaron que
la escena del botón no había tenido nada que
ver con la responsabilidad moral de cada uno. Algo no iba
bien con la pareja. Ah, no. Norinha recordó incluso
un detalle de la noche que sólo ahora cobraba sentido.
Cada vez que Marta hablaba, Dado reviraba los ojos.
___
Título
original: "Lingüicinhas", publicado
en Novas Comédias da Vida Privada, Porto
Alegre: L&PM, 1996, pp. 294296 traducido por Carlos
Bonfim.
El caníbal
La
familia está almorzando. Viene la empleada y dice que
hay un mendigo en la puerta pidiendo comida. La señora
le dice a la empleada que le dé un pedazo de pan. El
marido protesta. Es mejor no dar nada, si no se le acostumbra
mal. El vagabundo que vaya a buscar trabajo. El hijo mayor,
un liberal, dice:
Por lo menos un pedazo de pan, papá.
La hija algo de izquierda dice que es mejor no dar nada.
Así él se rebela de una vez.
Esto es típico de ustedes dice el hijo
liberal.
¡La caridad no sirve de nada! responde
la hija algo de izquierda.
Por lo menos un miserable tendrá un pedazo de
pan contesta el hijo liberal.
Señora, interrumpe la empleada, creo que pan
él no aceptará, ¿eh?
¿Ah, no? exclama el marido, sarcástico.
¿No querrá a lo mejor mi filete? ¿Papas
sautée? ¿Quiere ver la carta de vinos?
La empleada explica que el mendigo había preguntado
si había alguien que comer. Silencio en el comedor.
¿Cómo?
Preguntó si había alguien que comer.
Dijo que hasta podría ser un niño. Alguien que
no fueran a echar de menos...
Junior, el benjamín, salta de su silla y, lleno de
curiosidad, corre hacia la puerta antes de que los demás
le puedan detener. Luego de algunos minutos el marido le dice
a la empleada que vaya a ver qué pasó. Ella
vuelve y dice que no hay vestigios de Junior y que el mendigo
todavía sigue allí. El padre dice:
Jorgito, anda tú.
¡Mi hijito no!, protesta la señora.
Ve, Jorgito. Si te come a ti también, sabremos
cuáles son sus verdaderas intenciones.
Jorgito salta con entusiasmo de su silla y corre hacia la
puerta. La empleada va a ver y de regreso dice que Jorgito
desapareció, pero que el mendigo sigue con hambre.
¡Yo dije que Jorgito estaba muy delgado!, solloza
la señora.
El hijo liberal toma una decisión. Se levanta y anuncia:
Tendré una conversación con él.
Él tiene que entender que la violencia no lleva a ningún
lado. Debe reivindicar sus derechos a través de la
política partidaria, en un diálogo franco y
abierto. Regresaré en pocos minutos.
Luego de algunos minutos el marido le dice a la empleada que
vaya a ver qué sucedió. Ella regresa diciendo
que del hijo liberal sólo quedaron los anteojos. El
mendigo sigue allí.
¿Y todavía no está satisfecho?
Parece que no.
Sólo queda una cosa por hacer dice el
marido, levantándose. Voy a traer mi arma.
¡Yo voy contigo!, dice la señora.
De acuerdo. Tú le distraes mientras yo voy por
detrás de la casa y lo ataco. Con esa gente sólo
a bala.
Los dos salen del comedor, donde sólo quedan la hija
algo de izquierda y la empleada. Después de algún
tiempo, la hija algo de izquierda le dice a la empleada que
vaya a ver qué sucedió. La empleada vuelve y
dice que de la pareja sólo quedó el arma y un
pendiente de la señora.
¿Y el mendigo?
Está con cara de quien comió y no disfrutó.
Esto no me sorprende dice la hija algo de izquierda.
Bueno, nadie puede decir que soy una persona insensible. Sé
lo que hay que hacer.
Ella empieza a levantarse. La empleada le pregunta si ella
también se va a ofrecer al caníbal.
No seas tonta. Le voy a dar un Alka Seltzer. Yo siempre
dije que esta familia era indigesta.
Pero el caníbal se traga a la hija algo de izquierda
con el Alka Seltzer.
___
Título
original: "O canibal", publicado en Novas
Comédias da Vida Privada, Porto Alegre: L&PM,
1996, pp. 311312 traducido por Carlos Bonfim.
Medio poeta
El
día que Mónica y Octavio regresaron de la luna
de miel, Mónica llegó a la casa de sus padres
y se encerró en el cuarto con la mamá. Necesitaba
contarle una cosa y no quería que el padre escuchase.
Octavio es poeta, mamá.
La mamá se lleva las manos a la boca.
¡Ave, María purísima!
Luego preguntó:
¿Cómo te enteraste?
En la primera noche. La luna estaba llena. Él
hizo unas frases sobre la luz de la luna sobre mi cuerpo.
¿Pero estás segura de que era poesía?
¿Rimaba?
No rimaba, pero era poesía. ¡Él
mismo lo dijo, mamá! Yo le pregunté "¿Qué
es eso?" y él respondió "Yo soy medio
poeta".
Bien que tu papá sospechó algo...
¿Crees que debemos contarle a papá?
¡Por supuesto! Y ahora.
El papá dijo "Lo sabía" y determinó
que llamasen a Octavio que se explicara. Mónica dijo
que Octavio había quedado en buscarla allí después
del trabajo. Los tres esperaron la llegada de Octavio. La
madre, temiendo algún exceso del padre, intentó
amenizar la situación.
Él dijo que es sólo "medio"
poeta...
El padre no dijo nada. Cuando sonó el timbre, mandó
que la hija fuese al cuarto. Octavio saludó a los suegros
efusivamente era la primera vez que los veía
después de la fiesta de la boda pero pronto
notó su frialdad.
¿Qué pasó? preguntó.
No nos contaste que eras poeta, dijo el padre.
Pero yo no...
No lo niegues. Mónica nos lo contó. ¿Creíste
que ella no nos contaría?
Pero si fue sólo un...
Lo sé. Un poemita. Es así como se empieza.
Un versito hoy, un versito mañana. No tarda y ya estarás
haciendo poemas épicos, odas a cualquier cosa, diariamente.
Ya vi suceder. Terminarás abandonando el trabajo, robando
la mensualidad de mi hija para mantener el hábito.
Pero yo...
Vas a decir que puedes dejarlo cuando quieras. Es lo
que dicen todos.
Hijo mío, intervino la mamá afligida,
¿no te das cuenta del mal que te puede hacer la poesía?
¿Hace cuánto que tú...
No importa, le interrumpió el padre. Y lo que
él hizo antes no nos interesa. Pero ahora está
casado. Tiene responsabilidades, tiene que trabajar para mantener
a la familia. Está en una ramo competitivo, no puede
facilitar. Lo sé, lo sé. La poesía es
tentadora. Yo mismo, de joven, hice mis sonetos...
¡Eurico!
Nunca te lo conté, Marta, pero lo hice. Afortunadamente
tuve un padre que me orientó y lo dejé a tiempo.
A Mónica la criamos sin cualquier poesía. Cualquier
insicuación de métrica la reprimíamos.
Y siempre la alertamos contra los poetas.
¿No existirá sugirió la
mamá un programa de rehabilitación? Alguien
con quien te puedas aconsejar...
Una vez más el papá la interrumpió.
La decisión tiene que ser tuya, Octavio. Y tiene
que ser ahora. Tú comprendes que no podemos dejar que
Mónica salga de esta casa, donde tuvo siempre toda
la seguridad, para vivir con un poeta. Haz tu elección.
Mónica, una familia, una vida normal... o la poesía.
Octavio juró que abandonaría la poesía
para siempre. Le llamaron a Mónica, los dos se fueron
al nuevo departamento, Mónica sospechando un poco todavía,
Octavio oyendo la advertencia a la salida: "Ojo, ¿eh?"
Hoy, siempre que habla con Mónica por teléfono,
la madre le pregunta:
¿Y Octavio?
Está bien, mamá.
Nunca más...
No.
A veces, cuando la familia está toda reunida, Octavio
dice unas cosas que provocan el intercambio de miradas entre
los demás y la sospecha de una recaída. Luego
Mónica asegura que aquello no es poesía, es
sólo su forma de hablar. Pero el señor Eurico
y doña Marta viven preocupados por la hija. En las
noches de luna llena, entonces, doña Marta ni siquiera
puede dormir bien.
___
Título original: "Meio poeta", publicado
en Novas Comédias da Vida Privada, Porto
Alegre: L&PM, 1996, pp. 258260 traducido por Carlos
Bonfim.
Variaciones
Todos
conocen la clásica historia de Blancanieves y los Siete
Enanitos. De cómo la madrastra le preguntó al
espejo mágico si existía en el mundo alguien
más hermosa que ella y el espejo respondió:
"¿Lo quiere en orden alfabético?"De
cómo la madrastra decidió vengarse, mandando
matar a su entenada Blancanieves. De cómo el cazador
encargado de matar a Blancanieves le tuvo pena y, en un gesto
humanitario, exclamó: "¿Cuánto me
das para que yo te deje escapar?" De cómo Blancanieves
huyó por el bosque y descubrió una casita con
siete camitas, siete sillitas, siete cepillitos de dientes
y llegó a una conclusión: "Aquí
debe vivir un gigante con hábitos extraños."
Pero los siete enanitos llegaron del trabajo eran leñadores
y estaban derribando arbustos y le adoptaron a Blancanieves.
Al contrario de lo que se comenta, nunca hubo nada entre ellos.
Una noche uno de los enanitos se emborrachó e invadió
el cuarto de Blancanieves, pero ella lo arrojó por
la ventana. Después de esa noche, Blancanieves se compró
un perrito pequinés para mantener a los enanitos a
la distancia. La madrasta se enteró de que Bancanieves
todavía vivía y, disfrazada de bruja, fue a
la casita a ofrecer una manzana envenenada a Blancanieves,
que murió. Más tarde, un príncipe encantado
le despertó a Blancanieves de la muerte con un beso
y los dos se casaron. Años después, algo desencantada
con el príncipe, Blancanieves daría su opinión
sobre el marido:
La manzana me gustó más.
Pero existen otras versiones de la misma historia. Por ejemplo:
Blancanieves y los Siete Pecados Capitales.
Blancanieves debía llevar una canasta con pasteles
a su abuelita que vivía en una casa de chocolate. En
el camino encontró a los siete pecados capitales, de
sombreritos rojos. La Envidia, con el ojo puesto en la canasta
de Blanca, intenta convencer a los demás a atacar a
la niña. La Gula adhiere al plan apenas se entera de
los pasteles. La Lujuria le encuentra algo simpática
a Blanca y también concuerda. La Ira, que está
eternamente buscando pelea, quiere atacar pronto. Pero la
Soberbia, por no querer rebajarse tanto, y la Pereza, por
pereza, no concuerdan. Blancanieves entrega su canasta a las
atracadoras y éstas, para contener a la Lujuria y a
la Ira, que no quieren los pasteles, quieren a Blanca, entregan
la canasta a la Avaricia para que la cuide y, claro, jamás
la vuelven a ver. Mientras tanto, en su casa de chocolate,
la abuelita le entretiene al lobo malo con galletitas, absinto
y fragmentos de una edición de De Sade para Viejitas
frente a la chimenea, servidos por Hansel y Gretel. Golpean
la puerta y es un príncipe enano.
Otra versión es la de Blancanieves y los Siete Samurais.
Estamos en el Japón durante la dinastía Ping.
Una guerra feudal revuelve al país. Luego, van a ver
y no es una guerra feudal: es un terremoto.
Cae la dinastía Ping.
Blancanieves llega al castillo de Toshiro Mifune, interpretado
por Toshiro Mifune. Él es el líder de seis samurais,
todos interpretados por Toshiro Mifune, siendo uno de ellos
transistorizado. Los siete samurais le adoptan a Blancanieves
y la prohíben ir al baile del club donde el príncipe
Yamaha escogerá a una esposa. Blancanieves, ayudada
por un hada madrina (Toshiro Mifune), terminará por
ir al baile montada en una calabaza tirada por seis ratones
(la varita mágica, fabricada en Hong Kong, no funcionó).
Cuando ocurre el terremoto de medianoche, Blancanieves sale
corriendo del palacio, pero deja caer su botita en las escaleras.
Al ver el tamaño del zapato, el príncipe se
desilusiona e intenta el suicidio con una manzana envenenada,
pero no puede sostenerla con los palillos y desiste.
La dinastía Ping se levanta.
___
Título original: "Variações",
publicado en Novas Comédias da Vida Privada,
Porto Alegre: L&PM, 1996, pp. 317318 traducido por
Carlos Bonfim.
Recreación
Dios
suspiró. Estaba cansado. Hacía mil millones
de años, cuando era más joven y ambicioso, la
idea de crear un Universo no le había parecido absurda.
Ahora se arrepentía. El emprendimiento había
escapado a su control. No podía acordarse más
ni de cuántas lunas tenía Saturno. Estaba, definitivamente,
envejeciendo.
Miró
alrededor de la mesa de reuniones. Su presencia allí
era dispensable. Como DirectorPresidente, tenía
la última palabra, pero las decisiones las tomaba su
asesoría. Aquellos jóvenes tecnócratas
pensaban que tenían respuesta para todo. Querían
hacer Su proyecto más moderno y dinámico. Pero
trabajo de verdad había sido el Suyo. Había
creado todo literalmente de la nada. Cuando ellos ni siquiera
habían nacido. Pero paciencia. Necesitaba acompañar
los tiempos. Ordenó que empezaran los trabajos, vetando
la propuesta del asesor de RRPP de que todos se uniesen en
una oración. Odiaba a los chupamedias.
¿Cuánto tiempo tardará la Recreación?
preguntó.
El coordinador del proyecto dudó. El Viejo, como siempre,
quería respuestas sencillas y directas. Con Él
era todo luz, luz, tinieblas, tinieblas. Pero las cosas ya
no eran tan sencillas. El Director de la división de
obras intervino.
Tenemos que hacer un análisis de costos. Luego
un organigrama, un fluxograma, un
Yo hice todo en seis días interrumpió
el DirectorPresidente. Y solito. Sólo descansé
el domingo. En mi tiempo no había semana inglesa.
Allí venía Él con sus reminiscencias.
Nadie negaba su importancia. Pero el tiempo de los pioneros
ya había pasado. Ahora era el tiempo de los técnicos.
De los gerentes. De los especialistas.
Creo que deberíamos empezar cerrando la Tierra
arriesgó el Director Financiero.
Aquél era un asunto delicado. El Viejo tenía
una predilección especial por la Tierra. Incluso por
cuestiones familiares. Pero Él se quedó en silencio.
El Director Financiero prosiguió:
Creo que la Tierra ya dio lo que tenía que dar.
Todos sus recursos están agotados. Ya no es rentable.
No hay como recuperarla. Debemos acabar con ella antes de
que comprometa a todo el Grupo.
¿Quieres decir sencillamente... liquidarla?
Eso es. Dudo que algún otro grupo quiera comprarla.
Incluso un grupo árabe. Nuestro representante allí,
el Papa, recibiría una indemnización, claro.
O lo traeríamos acá. No veo mayores problemas.
Y tendríamos qué deducir del impuesto a la renta...
El asesor de RRPP mostró alguna preocupación.
En términos de imagen quedaría mal.
¿Por
qué? preguntó el Director de Planificación
e Investigaciones. Ya eliminamos millones de otros planetas,
algunos mucho más grandes. No pasa un día sin
que disolvamos una estrella.
No sé, no sé...
Administrar un Universo es un proceso aético,
mi amigo. Tenemos un proyecto que cumplir, metas por alcanzar.
No podemos estar preocupándonos por cada planetita...
El problema es el tipo de colonización elegido
para la Tierra observó el Director Financiero,
mirando de reojo al Viejo. Desde el inicio, con la pareja
aquella, se podía ver que no iba a funcionar. Muy ingenuos,
sin iniciativa...
¿Y qué tal si se rehace la Tierra en
otros moldes, más empresariales? sugirió
el asesor de RRPP. Días más largos, para aumentar
la productividad y bajar la natalidad. Una nueva inyección
de petróleo...
Olvídalo dijo el Director Financiero. La Tierra
no tiene más remedio. Fue muy mal administrada. Está
quebrada. Sólo estaríamos prolongando su agonía,
con subsidios. Propongo el cierre.
La propuesta fue aprobada por mayoría. Pasaron a discutir
el formato que tendría el nuevo Universo. La idea era
aumentar la centralización, acabar con la expansión
constante para facilitar la administración y cortar
los costos de mantenimiento...
En la cabecera de la gran mesa el Viejo parecía dormir.
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Título original: "Recriação",
publicado en Novas Comédias da Vida Privada,
Porto Alegre: L&PM, 1996, pp. 319320 traducido por
Carlos Bonfim.
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