El
cerebro, cubierto por una envoltura,
sirve de envoltura a otro cerebro superior a él
Sefer-ha-Zohar |
ACERCA
DE RODERER es una historia contada en
la penumbra y acerca de la penumbra, es el relato de una batalla
ancestral, librada entre los hombres y la divinidad. Roderer,
nuevo Gilgamesh, rechaza el orden establecido y el poder que
ostentan quienes guardan el universo y emprende, como aquel
viejo héroe, un arduo viaje por caminos prohibidos,
más allá de horizontes y de mortales preocupaciones.
El logos, que resguardan juntos el Diablo y Dios, es
la inmortalidad por la que lucha y a todo renuncia, Roderer,
sucesor de aquel mítico rey de Uruk.
El
logos es un ente u objeto preciado e inaccesible, o quizás
una combinación impenetrable, un jeroglífico,
o quizás sea una suposición, o, tal vez, el
nombre de alguien, o el centro del Universo, el cerebro sin
envolturas. En fin, es, entre muchas posibilidades, una especie
de nuevo vellocino de oro que Roderer, el rebelde, exige para
la humanidad (¿O para él mismo?)
La magnífica novela de Guillermo Martínez, reproducción
a escala de otra novela que muchos intuimos pero que no podemos
nombrar pues desconocemos su nombre, comienza:
Roderer, el revolucionario, ha penetrado en el inquietante
ambiente, enredado por la seca detonación de los
cubiletes y por las voces que se alzan para pedir ginebra,
porque anda buscando con quién jugar.
Y
nuestro narrador, experto jugador, ve a Roderer; se sienta
junto a él en la ancestral mesa cuadriculada, y confiado
lo enfrenta como a un principiante. Pero Roderer, el visionario,
vislumbra las jugadas mucho antes de que éstas puedan
llevarse a cabo. Porque Gustavo Roderer parece anticiparse
al efecto dominó que las acciones desencadenan. Roderer,
omnipotente ante su contrincante, elevado sobre la retícula
donde los soldados y los reyes combaten incansablemente, comienza
a ser Dios. ¿O el Diablo? No lo sabemos. Pero Roderer
está ensayando, está viajando, está alcanzando.
Acerca de Roderer, escritura hermenéutica
de un autor sospechoso.
¿Quién es el osado escritor de esta herejía?
Guillermo
Martínez, un matemático.
Quizás.
Acerca de Roderer es una historia acerca de
Dios y el Diablo. Es la lucha eterna en la noche eterna por
el poder eterno del conocimiento que el universo, debajo de
numerosas envolturas, alberga. Y no hay ciencia, no hay arte,
no hay disciplina, no hay técnica ni inteligencia convencional
capaz de tomar por asalto ese Olimpo. La peculiar inteligencia
de Roderer, en cambio, diferente a la entrenada capacidad
de asimilación, bastante común entre los hombres,
es la inteligencia que nada encuentra "natural".
La inteligencia de Roderer es la inteligencia que rechaza.
Pero los peligros son inminentes y hasta inmanentes: la locura
y el suicidio.
Roderer está viajando y descendiendo en el abismo,
o ascendiendo, triunfante, a las alturas. No lo sabemos.
Pero antes de que "la obra" esté consumada,
Roderer, el genio, debe ir a la escuela como quien debe asistir
obligado a las páginas de un libro para que la lectura
pueda llevarse a cabo. Y nosotros lo leemos fascinados, pero
dentro de nuestras posibilidades, porque Roderer, escaso de
tiempo, escapa a toda presentación en sociedad y se
retrae, se vuelve inabordable, como un Dios o un Diablo pero
no como un hombre. Y los lectores nos fascinamos más.
Y Roderer se esconde entre las palabras, en los claroscuros
de la hoja, tierra blanca salpicada de oscuras oraciones,
y parece que no le interesamos. Los lectores, en cambio, nos
interesamos cada vez más en él, le clavamos
los ojos, queremos hundir los dedos en las páginas
y capturarlo, pero Roderer, el fugitivo, huye vaya a saber
por qué misteriosos túneles, porque el libro,
como el mundo, es sólo un ejemplo. Él
no puede permanecer mucho tiempo en estos reinos de lo
accidental. Así pues, Roderer, el reflejo del otro
Roderer, apenas pasea su nombre por una escasa cantidad de
páginas porque no tiene tiempo, está buscando
el logos. Por lo tanto, Roderer, el escapista, desaparece.
Y tal vez ya se ha convertido en Dios o el Diablo, y nosotros,
ingenuos lectores, sin darnos cuenta nos hemos transformado
en enunciados de una hoja leída por quien alguna vez
pensamos haber visto.
...Y
Roderer se va, se escurre, y los lectores, progresivamente
seducidos, tentados, por su maravillosa y siempre hermética
personalidad, lo buscamos como a un objeto o ente preciado,
lo buscamos como si él mismo fuera el logos. Y entonces
nosotros somos Roderer. Pero no. Pues caprichosos seguimos
buscándolo en las palabras y no en la hoja en blanco.
Guillermo Martínez
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