Especial Manuel Garrido Palacios                  
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Manuel Garrido Palacios
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  37     Golondrinas.    

Golondrinas

 
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El individuo se miró al espejo y vio que no era quien creía ser, sino quien era en realidad. Y se lo dijo a su santa: 'Oye, mira quién soy' Estuvo a punto de decir: 'Mira lo que soy', pero no se atrevió a precisar y lo dejó en 'Mira quién soy', que sonaba a copla. Su santa, sin sorprenderse, le contestó: 'Eso lo sé yo desde hace siglos, tarzanillo; así que no te extrañes' Y con las mismas se fue al mercado mientras él apoyaba su frente en el cristal para verse más de cerca.

Cuando la santa volvió a mediodía con los tomates y las sardinas lo halló en semejante postura y, sin alterar sus modales, como quien está hecha a criar un pavo en casa, le pidió por los apóstoles que liberara el cuarto de baño porque era para uso común de necesidades perentorias, no para reflejar su asombro de ser quien era. Pero pasó que el individuo no pudo moverse debido a que su personalidad se había clonado dentro del espejo y ahora estaba unido a su doble por la frente pegada al cristal.

Viendo que era difícil hacer carrera de él, la santa llamó a una vecina y entre las dos desclavaron el espejo del muro, con el individuo incluido, y pusieron el conjunto en la salita del televisor, a ver si al menos el cristal podía salvarse. Mas no sucedió según lo pensado, ya que espejo y sujeto permanecieron pegados esa noche entera y todo el día siguiente, con lo que la santa temió por la integridad del espejo en un mal movimiento del individuo, por cuyo motivo decidió avisar a los especialistas en estos líos.

Los profesionales de lo raro dijeron que no había nada anormal en el suceso, sino que era el síndrome imperante en los días convulsos en los que se producen cambios de sillones, tarjetas y móviles, aparatos cuyo cambio de manos solían actuar como jueces implacables. Dijo el mandamás: 'Mire, de un tiempo hacia atrás había mucha gente que creía que era más de lo que era, pero el mismo tiempo los puso en su sitio y cada uno quedó en lo que es; por esta causa nos han llamado de muchos sitios; así que intente despegarlo del asombro con agua caliente a ver si se cura creyendo que va a ser lo que creía que era, y si consigue quitarlo del espejo péguelo a una columna, que estará más fijo. Nosotros poco podemos hacer. Bien que advertimos a tiempo a todos, pero los egos toman vuelo y calcule usted las alturas que imaginan que alcanzan. Póngale un programa matinal de la televisión para que se aliene a tope y se encariñe con la memez. Y súfralo con paciencia, que para eso es suyo. Él se ha visto de pronto tal cual es y el susto lo ha inhabilitado'.

El individuo sigue igual aunque la santa se haya dado maña de colocar el espejo en una columna, porque de despegarle la frente del cristal, ni mijita. Hasta ayer iba un colega a su casa a visitarlo, pero ya, ni eso; le resultaba un martirio tener que escucharle durante media hora que 'esto se iba a arreglar porque él tenía un vecino de escalera que era muy importante y tal'. La santa tiene la esperanza de que como pronto volverán las oscuras golondrinas de su balcón los nidos a colgar, a ver si una le trae en el piquito un buen despegamento con tal de salvar lo único salvable: el espejo.

 

Especial Manuel Garrido Palacios

 
         
         
         
         
         
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