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" Robin y Marian es una cinta romántica, pero también desmitificadora"
(Richard Lester)
"I love you. More than all you know. I love you more than children. More than fields I've planted with my hands. I love you more than morning prayers or peace or food to eat. I love you more than sunlight. More than flesh or joy or one more day. I love you more than God" (Audrey Hepburn a Sean Connery en Robin y Marian)
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Título original: Robin and Marian.
Director: Richard Lester.
Guión: James Goldman.
Fotografía: David Watkin (Technicolor).
Dirección artística: Gil Parrondo.
Vestuario: Yvonne Blake.
Música: John Barry.
Nacionalidad: USA , 1976.
Intérpretes: Sean Connery (Robin Hood), Audrey Hepburn (Lady Marian), Robert Shaw (Sheriff de Nottingham), Richard Harris (Rey Ricardo), Nicol Williamson (Little John), Denholm Elliott (Will Scarlett), Kenneth Haigh (Sir Ranulf), Ronnie Barker (Fraile Tuck), Ian Holm (Rey Juan), Victoria Abril (Reina Isabella).
Duración: 106 minutos. |
Richard Lester, cineasta nacido en Philadelphia (Pennsylvania, EE.UU.) en 1932, es recordado hoy en día por ser el director de las dos primeras películas que protagonizaron los Beatles: ¡Qué noche la de aquel día! (1964) y Help! (1965). Ambas le hicieron enormemente popular en virtud de su experimental puesta en escena —excesivamente entroncada con la estética del spot publicitario—, mientras que su adaptación cinematográfica de la obra teatral de Ann Jellicoe El Knack y cómo conseguirlo se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1965. A pesar de coincidir en tiempo y espacio con el Free Cinema británico, Lester, que desarrolló su carrera inicial en Inglaterra, se mantuvo al margen de esta corriente cinematográfica —caracterizada por su inconformismo respecto a la condición social del proletariado— y encauzó su trayectoria artística hacia el cultivo de géneros diversos, como la comedia (Petulia), el cine de catástrofes (El enigma se llama Juggernaut) o el género de aventuras (Los tres mosqueteros y Los cuatro mosqueteros), dando a luz obras siempre aderezadas con un punto de comicidad al más puro estilo inglés. Entre sus cintas más logradas destaca especialmente Golfus de Roma (1966), desenfrenada comedia musical que recurre a los textos escritos por el comediógrafo latino Plauto como punto de referencia para desarrollar sus premisas argumentales.
No obstante, Robin y Marian (1976) es, para muchos especialistas, la obra más redonda de este realizador. Se trata de una nueva recreación de la leyenda de Robin Hood (Sean Connery) y Lady Marian (Audrey Hepburn). Esta historia ya había sido abordada en una de las grandes piezas maestras del género de aventuras: Robín de los bosques (1938), dirigida por Michael Curtiz y William Keighley e interpretada por Errol Flynn y Olivia de Havilland. Si aquella se ha convertido en la versión clásica por antonomasia, el film de Lester no lo es menos en cuanto al tono y al tratamiento, pero aborda el mito desde otra variante: el notable guión de James Goldman plantea la prolongación del romance entre Robin y Marian a la vuelta de aquél de las Cruzadas.
Han transcurrido veinte años desde que estos dos amantes se separaron y su situación actual es bastante distinta: Marian es la abadesa de un convento en el cual ha aprendido a superar la ausencia de Robin a través de la dedicación absoluta a la vida religiosa y a la elaboración de pócimas para aliviar el dolor. De este modo, ha logrado cerrar las heridas producidas por el abandono. Por su parte, Robin se ha mantenido como vasallo fiel del rey Ricardo Corazón de León (impresionante Richard Harris) a quien ha visto convertirse en un ser despiadado en las guerras que han emprendido juntos contra los infieles en Tierra Santa. A la muerte de Ricardo, la herencia del trono recae en manos de su traicionero hermano Juan Sin Tierra, contra quien combatió Robin —siempre en beneficio de los pobres— durante aquellos gloriosos días en que Marian y él habitaban en el bosque de Sherwood junto a Little John, Will Scarlett, el fraile Tuck y el resto de su desaparecida banda de proscritos. Con el regreso de Robin y John a Sherwood, se reanudan el romance y la aventura.
La visión de Lester y Goldman es crepuscular y, en ese aspecto, se aproxima a la filosofía del western que por aquellos años manejaba Sam Peckinpah en películas como Grupo salvaje (1969) o Pat Garret y Billy el Niño (1973). Tenemos frente a nosotros a unos personajes anacrónicos, mayores y a la vez cansados de tanta guerra y tanta muerte injusta. Unos personajes a los que se les ha pasado su época y que tratan en vano de prolongar la estela de las glorias vividas.
 Lester hace una lectura nostálgica —completamente coherente, por otra parte— del mito de Robin y Marian. Como se puede apreciar, una de las diferencias básicas de la película respecto al clásico de Curtiz y Keighley y a la cinta muda rodada por Allan Dwan en 1922 —para lucimiento de la agilidad física de Douglas Fairbanks— es su afán desmitificador. El guión está plagado de detalles muy significativos en ese sentido. La labor filántropa llevada a cabo por Robin Hood antes de las Cruzadas se ha convertido en un recuerdo dentro de la memoria de las gentes de Inglaterra: las hazañas de Robin y sus compañeros son cantadas por los juglares, pero estas baladas no entonan la historia real de lo que ocurrió en Nottingham sino una imagen idealizada e hiperbólica de aquello hechos que realmente tuvieron lugar. También la figura del rey Ricardo está desmitificada respecto al monarca justo y bondadoso de las anteriores versiones (especialmente la de Curtiz), pero, a pesar ello, la lealtad de Robin hacia él no ha menguado lo más mínimo.
 Aún así no se trata de una desmitificación exenta de heroísmo. Al contrario, el enfrentamiento con el Sheriff de Nottingham (Robert Shaw) cobra el carácter de una deuda pendiente y el trazo psicológico de este segundo personaje es más grato aquí de lo que era en las dos adaptaciones anteriores ya que revela una profunda admiración hacia la figura de Robin (totalmente correspondida por su adversario). Es como si ambos se hubiesen estado esperando durante esas dos décadas para retarse finalmente a un duelo a muerte.
Otro tanto ocurre con Marian: su reencuentro con Robin se enclava dentro de los límites del más puro romance otoñal (no en balde, la cinta supuso el regreso de Audrey Hepburn a la gran pantalla tras ocho años de silencio). Es la historia de la recuperación de un amor entre dos personas cansadas de tanto sufrimiento y desolación como han visto. Y, a pesar de que Marian ha hecho sus votos de religiosa y ha decidido no volver a enamorarse jamás de hombre alguno, sabemos que no es cierto aquello que ahora manifiesta no sentir hacia Robin (algo tan poderoso que en otros tiempos la indujo incluso a un intento de suicidio). La pasión y el amor se renuevan, aunque, por su parte, Marian no está dispuesta a perder a Robin como le pasó entonces. No está dispuesta a compartirle con la gloria guerrera de un mañana que puede ser el último. Y se lo dice. Y es ahí donde encontramos la pluma sensible de Goldman, la imaginería de David Watkin (fotografiando hermosos parajes del País Vasco), la partitura emotiva de John Barry y la extraordinaria fuerza del tándem Hepburn-Connery. Sin olvidar, por otra parte, el enorme acierto de mostrar a Little John (brillante incorporación de Nicol Williamson) secretamente enamorado de Marian y capaz de renunciar a ella por fidelidad al amigo.
Richard Lester combina todo ello con suma sensibilidad y sin caer en sentimentalismos. Al contrario, deja que todo ello se exprese por sí mismo a través de miradas, gestos y diálogos que, en ocasiones, transmiten la emoción irresistible del amor con el vigor que sólo los grandes poetas fílmicos alcanzan a expresar en imágenes. Desde esa perspectiva, se trata de todo un logro mayúsculo para el talento fílmico de Lester. Pocas escenas de amor han traspasado la pantalla de una manera tan intensa como lo hace la secuencia final de este film. Contemplándola se puede afirmar, sin temor a exagerar lo más mínimo, que en Robin y Marian el amor alcanza la inmortalidad de las leyendas.

Bibliografía recomendada:
GONZÁLEZ CUERVO, Manuel. Richard Lester, Ediciones Serrano, Madrid, 1986.
SODERBERGH, Steven. Getting Away With It: Or The Furth er Adventures of the Luckiest Bastard You Ever Saw, Faber & Faber, Nueva York, 2000.
YULE, Andrew. The Man Who "Framed" The Beatles. A Biography of Richard Lester, Donald I. Fine, Nueva York, 1994. |
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