Si,
nació sorprendiendo como Venus boticelliana,
con autenticidades de quienes siempre creyeron en sus múltiples
dones, desde un entorno de siglos cantados por los que, si
ya no están, siguen y hay que encontrarlos en esa idea
de alabanza espontánea. Y lo que hoy es libro de mil
amores ayer fue amor de mil libros que en cada tiempo encerraron
cientos de historias, miles de recuerdos. Esto, y todo lo
demás, se recoge lo recoge se compone lo compone
se alterna lo alterna con su peculiar caleidoscopio, artilugio
que hace mucho tiempo dejó de registrar en sus múltiples
espejos lo que en los otros espejos no debía de aparecer:
esos de latón y de marcos apolillados.
El
libro es nuestro libro porque es libro de todo, y todo es
de todos cuando sorprende; y lo es porque el libro es la Huelva
perdida y encontrada en letra impresa, la de dentro y la de
fuera; la que vieron los de un tiempo anterior y la de aquellos
que la estuvieron descubriendo siempre sorpresivamente: los
que nunca se rindieron a las medianías sin prestar
oídos a afanes partidistas; los que tan sólo
oyeron el murmullo del aire, la salobridad del mar, la humedad
fértil de la tierra, el encanto de Huelva.
Esa
memoria colectiva y emergente es concha que nos trae desde
el fondo de la historia el recuerdo salino de aquella belleza
única formada por espumas de rutas vírgenes,
de osadías sin nombre, de tantas y tantas cosas que
hoy sorprenden nos sorprende no por nuevas, ni por eternas,
sino porque aparecen de nuevo con las razones de la letra
impresa. Y ante la sorpresa, sorprendidos, tan sólo
podemos decir: si, esto sí es Huelva.
Un
suave viento salino parece contestarnos desde el batir de
las hojas del libro; respuesta coral de voces universales:
'Si, esto es Huelva. Lo decimos nosotros, los que hicimos
camino, los que sembramos, cultivamos y cosechamos todo lo
que hoy alberga una insignia azul y blanca. Los que desde
sus tierras vírgenes aparecemos en las páginas
de un libro a la luz de una pregunta que gritamos: sí,
somos nosotros, aquellos que nos enamoramos de lo que a otros
no interesó o pospusieron en cadena de futuro para
dar paso a valores del momento o a las políticas de
siempre. Y yo, como libro nacido, sorpresivamente, de otros
libros, hijo de muchos padres, quiero que esta tierra que
me inspiró la cantaran los Alfonso X, Jacobo del Barco,
Fernán Caballero, Bonald, Caro Baroja, Cervantes, Lope,
Góngora, Caro Baroja, Alcalá Zamora, Edrisí,
Gala, Juan Ramón, Lara, Cela, Irving..., y cuantos
fueron acogidos por la cuidadosa selección de Manuel
Garrido Palacios'
Y
otra pregunta le viene a la memoria al autor de este comentario
¿Estarán celosas aquellas otras cuartillas sin
contenido que se quedaron en solitarias y entelarañadas
estanterías para tan solo servir de albergue a los
anuncios, proclamas o promesas incumplidas?.
Quizás
hagan falta para los días del desafuero el mito fallido,
los valores despreciables en su suceso repugnante, la falacia,
la alabanza al gigante de los pies de barro. Pero ya, desde
hoy mismo, existe un nuevo metro de platino e iridio que,
como La Espiga Dorada, separa el vano fruto de la hojarasca
y reabona la mies con tan solo una verdad sin mancha.
Si,
será entonces cuando vuelva la Huelva del libro a colgar
sus colores de mar, tierra y aire y el pintor de pintores
conseguirá Una mirada a Huelva que nos
sorprenda como la primera vez, como ha hecho el libro que
acaba de nacer y que tenemos en las manos.
|