¿No
es eso el amor?
¿Tomar prestados los ojos de otra persona para
experimentar
el mundo tal y como el ser amado lo ve y lo siente?.
(Sixten Sparre a su amigo Kristoffer en Elvira
Madigan)
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Título
original: Elvira Madigan.
Guión, dirección y montaje: Bo
Widerberg.
Música: "Concierto para piano y orquesta
nº 21", de W.A. Mozart.
Nacionalidad: Suecia, 1967.
Intérpretes: Pia Degermark (Elvira Madigan),
Thommy Berggren (Sixten Sparre), Lennart Malmert (Kristoffer,
el amigo de Sixten).
Duración: 90 minutos.
Premios: Palma de Oro a la Mejor Actriz (Pia
Degermark) en el Festival de Cannes 1967.
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En
plena efervescencia de las nuevas olas europeas, surgió
en Suecia una corriente de oposición al cine de Ingmar
Bergman, ya que este cineasta eclipsaba la visión que
el público tenía del panorama cinematográfico
de dicho país. Esta corriente se caracterizó
por su uso de la naturaleza como elemento determinante y explotaba
la luminosidad y el cromatismo que ofrecía el paisaje
escandinavo. Entre sus representantes más eminentes
figuraban directores de formación literaria como
Jörn Donner o Vilgot Sjöman junto con otros
procedentes del mundo de la fotografía como el
maestro Jan Troell o de la escena como la veterana
actriz Mai Zetterling. Pero el adalid del nuevo cine
sueco fue el desaparecido Bo Widerberg (19301997), que
formuló su ideario estético en su ensayo La
visión en el cine sueco, publicado en 1962.
Su espíritu de renovación se reflejó
indistintamente tanto en obras de gran perfección formal
como en films de honda preocupación social (como Joe
Hill o Adalen 31). Dentro del primer
grupo, alcanzó una enorme popularidad su película
Elvira Madigan (1967), que proporcionó
a Widerberg la fama internacional. El argumento del film se
basa en un hecho real que tuvo lugar en 1889. El conde Sixten
Sparre, teniente del ejército sueco, y Elvira Madigan,
cuyo verdadero nombre era Hedvig Jensen, se suicidaron en
el islote de Taasinge, en Dinamarca. Elvira era una joven
artista de circo conocida por su faceta de equilibrista. Sparre
había desertado del ejército y abandonado a
su mujer y a sus dos hijos para vivir con Elvira un romántico
idilio.
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El film recoge únicamente el corto verano de los amantes
a su llegada a Dinamarca. Su vida común al aire libre,
en plena naturaleza, entre bosques, praderas y lagos. Para
huir de la policía, Sixten se afeita el bigote y la
barba y se arranca los galones dorados de su uniforme. Tanto
Sixten como Elvira han perdido por completo el sentido práctico
de las cosas. En su acuciante huida han olvidado proveerse
de lo más indispensable. Muy pronto se ven obligados
a vender todo lo que poseen. Kristoffer, un compañero
de armas de Sixten, intenta convencerle de que vuelva a su
vida anterior, recordándole sus obligaciones militares,
su mujer y sus hijos. Pero Sixten se niega rotundamente. La
situación se hace cada vez más desesperada cuando
son descubiertos y se ven obligados a huir de nuevo. Agotadas
todas sus reservas, empiezan a sentir el tormento del hambre
y han de alimentarse con los pocos recursos que les brinda
la naturaleza. Elvira, que posee un sentido más lúcido
de la situación, plantea a Sixten la alternativa del
suicidio. Finalmente, colocan en un cesto algunas provisiones
robadas y una pistola y emprenden su último paseo a
través de los bosques. Mientras se abrazan, Sixten
apoya la pistola sobre la sien de Elvira, pero no tiene el
valor de apretar el gatillo. Más tarde, mientras Elvira
corre por el prado, Sixten levanta el arma. Sobre la imagen
congelada de Elvira se oyen dos disparos consecutivos.
Esta triste balada llegó a calar tan hondo en la sensibilidad
del pueblo sueco que Widerberg decidió adaptarla a
la gran pantalla 78 años después de que hubiesen
tenido lugar los hechos. La doble vertiente, crítica
y romántica, que el cineasta supo imprimirle al film
hizo que éste trascendiese los límites de la
simple historia de amor.
El retrato que Widerberg lleva a cabo de los protagonistas
los convierte en seres errantes en busca de un paraíso
de libertad alejado del orden social establecido. Persiguen
un espacio donde poder vivir su romance al margen de las obligaciones
con los demás. Su propósito se convierte en
una meta inalcanzable porque el mundo no les deja desvincularse
de sus deberes. Su apasionado romance tendrá, en consecuencia,
un trágico desenlace.
El idilio de Sixten Sparre y Hedvig Jensen se desarrolla no
sólo a espaldas de la sociedad sino como una oposición
frontal al estilo de vida propuesto por ésta. Toda
reglamentación queda relegada a un segundo plano en
beneficio de la acción obrada a favor del interés
personal. El amor de la pareja se muestra como un acto de
espontánea anarquía y una exigencia del derecho
a elegir el destino particular de cada cual.
La vida en los bosques está plasmada en imágenes
con un exuberante gusto por el colorido y la sensualidad.
En el ámbito rural, los pequeños actos cotidianos
cobran un valor superior al que la sociedad les concede en
entornos masificados. Cada gesto, actividad o juego amoroso
de la pareja es descrito en imágenes con extrema delicadeza
por Widerberg, que apunta hacia una percepción epicúrea
de la experiencia amorosa en comunión con la naturaleza.
Al mismo tiempo, el cineasta sueco plantea la película
como la vivencia de una pasión arrebatada e inevitablemente
encaminada hacia la fatalidad. En ese sentido, Elvira
Madigan supone una recuperación del espíritu
romántico y exaltado propio de la literatura alemana
del siglo XIX. Se trata, por lo tanto, de la contemplación
de un amor trágico, aunque Widerberg lo muestra como
una plenitud de los sentimientos.
Uno de los rasgos más característicos de la
película es el preciosismo formal con que fue concebida.
Los bosques y prados escandinavos están fotografiados
con un refinamiento estético pocas veces visto. La
concepción visual del filme harto estilizada se centra
sobremanera en el elemento paisajístico, que es retratado
como un protagonista decisivo de la historia, tan vinculado
a la misma como los dos personajes principales.
El fondo musical juega también un papel importante
en esta obra: el Concierto nº 21 de Mozart se asoció
al film del mismo modo que la introducción de Así
habló Zarathustra, de Richard Strauss, lo hizo
un año después con el 2001 de
Kubrick. De hecho, el empleo de esta música llegó
a hacerse tan famoso que, durante mucho tiempo, dicha partitura
fue conocida como "la música de Elvira Madigan".
Actualmente la película ha caído en un inmerecido
olvido y es más recordada por el éxito de que
gozó en su día que por sus propios valores artísticos
que no son pocos. Se trata, pues, de un film de
impecable factura plástica y de una de las piezas más
reconocidas dentro de la cinematografía sueca. Un auténtico
poema fílmico que desgrana, a lo largo de sus escasos
90 minutos, la esencia del romanticismo y la crítica
social que caracterizaron la actitud estética e ideológica
de un autor tan singular como fue Bo Widerberg.
Bibliografía
recomendada:
BJÖRKMAN,
Stig. El nuevo cine sueco, Ediciones de
crisis/Instituto sueco, Argentina, 1974.
COWIE, Peter. Swedish Cinema. From
Ingeborg Holm to Fanny & Alexander, The
Swedish Institute, Estocolmo, 1987.
VV.AA. Bo Widerberg, Filmoteca de la Generalitat
de Catalunya, Barcelona, 1988.
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