Fue
un poeta. No dudó en arrojarse a las aguas de la contradicción
a fin de construir su propia arquitectura verbal. Puso en
valor el destino de los pueblos y sus habitantes. Supo dialogar
con ángeles y diablos; aún así salió
indemne y continuó construyendo. Fue castigado porque
los ganapanes literarios temieron por las viejas estructuras
de sus capillas. Tuvo por pala a la palabra y en ese maridaje
dijo lo suyo rompiendo su propio orden sin atender a la pureza
ni a las convenciones. Nació un 12 de julio pero es
muy difícil decir que ha muerto. Está su obra
para refutar el responso literario, las necrológicas
y las lápidas azules. Para conmemorarlo es preciso
leerlo y disfrutar el diálogo que nos sigue proponiendo.
Es probable que aún habite algunas de las palabras
por venir, esas que serán dichas por los futuros poetas,
los que están llegando, los que asoman. Insisto, leerlo
es también celebrarlo; no hay manera más noble
para evocar su memoria.
pablo
neruda
fuiste
del clavel
su
más rústico señor...
del
vino y la patria
una
cebolla intacta de alfabeto
un
nombrador
que
emerge entre las piedras...
en
cuevas de memorias
que
multiplican su caudal
saltó
una
estrella
un
cortejo de la mar
solitario
en el mundo de la aldea
tu
presencia/
una
lámpara de aliento
para
que la belleza exponga
su
altura/la simpleza/
el
calor del sexo/
un
corazón vehemente/la denuncia
hoy
el faro
aún
canta la brisa oscura
(poema
publicado en ContrArmonía, 2003, San
José de Costa Rica)
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