Inconclusa penitencia
(las rodillas hinchadas
y el sudor agostando la piel)
Cruza sus fronteras la diezmada carne
El aire cuervo de la madrugada
agita puertas ventanales de sombra
desangra
Silentes paredes refrescan el hierro de los ojos
lumínico anegarse de pupilas
Deshecha la espalda
los monjes se abandonan
sobre eclipses simulados
estallan la humedad de sus sotanas
vitrales antiguos
y el Renacimiento de la soledad del Ángelus
filtra su migraña desde las cenizas
Los monjes caminan lento
bajan las celdas
con sus flamas y hábitos de cobre
siguiendo delirantes cánticos
por el cerrado laberinto que es la noche
Después de cubrir la espalda de látigos
para olvidar la carne densa
corren hacia la frescura intacta de las hembras
reclinadas en el confesionario
Bajo la lumbre de la lengua
introducen el rojo hierro hasta los huesos
el rojo cobre
el ojo intacto de la luz que baila su propio remolino
mientras ellas
hurgan ceremoniosas
bajo las sotanas
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