P O R T A D A                 texto    
      Antonio María Flórez   punto de encuentro
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Poemas de
La Ciudad

Premio Editorial Manigraf de Poesía Inédita
Editorial Manigraf, Manizales, 2003.

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Bajo tus pies la ciudad

        Bajo tus pies
la ciudad se abre
como un mero
accidente de asfalto,
y dudas si descender
a caminar al parque cercano,
o quedarte leyendo
a Iván Blatny
al borde del aire.

        Al final de la mañana
la luz se hace nostalgia
de la sombra
y te atreves por fin a cruzar
el umbral de la puerta de casa.

        En el paso de cebra
el ruido se te antoja
trágico
y cifras tu dignidad
en sonreírle al guarda de tráfico
que detiene los autos
levantando la mano al cielo
para que tú puedas
cruzar la calle.
Y dudas si seguir
o regresarte a casa,
pero alguien que sale
sigiloso del museo
que hay en la acera de enfrente,
te dice al oído:
"Vengo de levantarle las faldas
a las Meninas del Prado
y de tocarle el culo
a una gorda de Botero.
¿Tú crees que soy feliz por eso?".
Y recuerdo a Kevin Ayers,
porque muchas cosas pueden pasar
cuando vas por la calle
.

        Me dijo hasta luego, tarareando
una conocida melodía
del músico de Soft Machine:
"Doctor Sueño,
si te pones esta gorra de plata
coseré a ella mi corazón
porque con esta gorra te pareces
a alguien que conocí en un sueño.
Lo que tengo es lo que anhelo;
ardo alegremente por los sueños
."
Levanto mi mano para decir adiós
pensando ¡qué loco está!,
y antes de subir al estribo del bus,
me grita:
"...Y no sé si hacer algo
o no hacer nada
".

Velázquez debe estar confundido,
Botero ensimismado
y Ayers flipado.
Alguien ha robado los pinceles,
el bronce y la guitarra
que justifican el cambio del mundo.
La mano que oculta
el sexo de las muchachas en flor
se devela en mitad del sueño:
exige que abra de par en par
las puertas del corazón
a los inmensos pañuelos del olvido.

Y me recuesto sobre el asfalto
ebrio de dudas.

        ¿Porqué malgastamos el tiempo?
¿A qué tantas palabras confusas?
¿Qué quiero?
¿Adónde lleva este sendero?
"Este sendero no lleva a ninguna parte",
me contesto sabiendo que la vida es breve
y que el amor es una estafa
como el agua turbia de la Cibeles
que anhelan mis labios resecos.
-¿Qué hago? ¿Qué hago?-,
me pregunto con insistencia,
levantando mi transparente cuerpo
del duro suelo por el que me arrastro.

        ¿Me vuelvo a casa?
Es indignante la lentitud
con la que se vacía
mi cuerpo
de la huella trágica
de los erráticos caminos andados,
del azar del agua en mi boca,
de las preguntas sin respuesta.
No ha sido abril bueno
para el amor,
y peor será mayo
para mis pies
si no le pongo orden
a este confuso caminar
de la memoria
y al monótono trasegar
                            de las preguntas
y los recuerdos.

        Amigo,
ven,
        vamos al bar,
será mucho mejor
tomarnos otra cerveza.
Dudar si hacer o no hacer,
me ha dado sed.
¿Cambiar el mundo
o cambiarnos nosotros?
¿Liberarnos de qué y para qué?
Ay, si en este momento
encontrara la respuesta,
amigo,
no sé qué haría con ella.

 

 

 

Será abril

        Un día seré memoria
y abriré los ojos.
Habrá pasado el tiempo.
Será abril y la luna estará
de nuevo llena.
Como hoy.
Tu cuerpo sudoroso
brillando entre mis manos.

 

 

 

Hablando con Oliver Lou


A Paco Señor


        Cintura de agua, crepúsculo de arena,
algunas barcas dormitan la luz
de los pescadores ausentes
que beben en el puerto
su sueño de mujeres y licor;
entre ellos tú, abstraído en la nada,
no alcanzas a escucharme.
Después tu memoria
caerá en un charco
y dirás que Itaca
es un lejano puerto
al que nunca se puede llegar.

 

 

 

Cansancio de ciudad

        Estoy cansado,
muy cansado,
                            cansadísimo,
como estos gastados zapatos
de los que hace años
abuso caminando por la ciudad.

        Cansado,
                             de arrastrarme
pesadamente
por las calles
                        y los días,
sin norte,
buscando el Paraíso
en un parque,
                          el amor en los bares
que frecuento
y la libertad
en las ventanas
                              que abro
al crepúsculo
               de todos los atardeceres.

        Cansado,
de subir y bajar
                                a los trenes,
a los autobuses,
                        a los edificios,
de trepar pesadamente
                        las largas escaleras
que llevan
a la pequeña buhardilla
donde siempre
                caigo rendido
                             a la evidencia
del naufragio
de las jornadas en vano.

        Cansado,
de imaginar el Paraíso
y asombrarme de no encontrarlo,
de esperar
a que llegue el amor
y nunca llegue;
en fin,
cansado de vencerme
en el agónico aletear
de los sueños
                     y de los llantos
y de despertar
        necesariamente
porque se acabó
la noche y ya viene
el tener que caminar
sin sentido,
                   otra vez,
por las avenidas
y las horas vacías
con estos gastados zapatos
que se agobian
de asfalto,
                 de sudor
                                y de tedio;
y es que ya ves,
se han quedado sin suelas
de tanto arrastrarse
                    por las vertientes inciertas
del tiempo,
                  de los fracasos
                                          y de las penas,
es preciso decirlo,
sin encontrar jamás,
la ruta cierta que lleva
al amor,
                al paraíso
                                  o a la libertad.

 

 

 

Cubierta de La Ciudad        La ciudad es un libro proteico y denso, intertextual, que salda deudas culturales y afectivas del autor con algunos de sus amigos, poetas y músicos del rock. Es un recorrido por la ciudad como universo plagado de seres dispares y solitarios que se debaten en pos del amor, el paraíso y la libertad. Es una propuesta de búsqueda del ser y de su entorno a través de la palabra y la imagen. Presenta una visión fresca y profunda de la cotidianidad y del desarraigo del urbanita, equilibrando magistralmente las citas de poemas y canciones con las expresiones propias del hombre contemporáneo.

   
             
          © Antonio María Flórez Rodríguez Datos sobre el autor   foro de opinión
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