Al
recordarme,
tu deseo de noche cruzará el océano,
construirá un intento de olvido en el puerto
y pondrá hamaqueros
para mecer tus pequeñas suposiciones
sobre los baños del mar de mi niñez.
Este es el mar que te invade cuando sueño
y la arena,
a la que le hubiera gustado ser un reflejo tuyo.
Este es mi mar,
costal de muerte en la espalda de julio.
Si escucharas los vientos de otoño en esta costa,
tu figura cambiaría por la de un muerto:
Mi corazón no puede gritar tan fuerte,
no lo oigo, dirías.
Después del huracán
vuelven a comenzar la historia del mundo,
las mil civilizaciones,
será otra la oración de los altares,
las lenguas edificadas en la torre.
Quizás no nos amemos.
Tal es la fuerza del aire.
Todo lo que fuimos
se encuentra atrapado
en las canciones de los marineros,
que se han quedado saltando
como peces muertos de azul.
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