I
EL VIENTO
Esta Terra tiene un viento esmeralda
esta
brisa es la voz de los sauces
este
trinar el viaje de un barco
cuyos peces de plata
navegan
sobre un océano de tábanos y yarumos.
Cuando
el viento de esta Tierra canta
se
levantan las sombras,
las
tórtolas hablan de lluvias
y
el hombre moja de palabras
el
pan para un nuevo vino.
Schuaima
Terra
donde el viento danza entre el ciprés
levantando
el faldón de las hojas.
¿Qué
es lo que trae la brisa en sus labios?
¿Cuáles
sus palabras desnudas?
¿Qué
es lo que canta el viento del este
cuando
gira como hilandera
otro
diluvio pequeño
y
los niños saltan como trigo,
las
mujeres brotan como cántaros,
los
espíritus se visten de lluvia
y
desnuda la tierra su poro de árbol
para
que crezca de nuevo la brisa
y
florezca de nuevo el fruto?
VI
LOS POBLADORES
Los
árboles en Schuaima
son
hombres petrificados
que
han adoptado el lenguaje de viejas torres de trigo.
Hombres
que antes de madera fueron barro
antes
de ceniza fuego
y
llameaban en la noche
como
una caracola de trigo
o
una estrella de ramajes y arboladuras.
En
mi memoria de extranjero
persiste
su posición de Hidalgos
sus
rostros de guerreros besados por el sol;
Su
postura de arqueros
sobre
un rocinante de musgos y de piedras.
Árboles
de Schuaima
hombres
leñosos que madrugan con su canto de corneja
y
se vierten por la llanura
para
desperdigar su sombra o su quejido.
Quijotes
de talles gráciles
en
donde Dulcinea teje una telaraña de invocaciones
mientras
el obeso de Sancho
sueña
con Barataria
en
la curva olorosa del yarumo o del algarrobo.
Estos;
los
árboles de Schuaima
hombres
que han preferido vestirse de lluvia;
columnas
de hojas secas en las riberas del bosque y del sueño.
XI
LAS NUBES
Nubes
que gravitan por los mares
Revestidas
de gárgolas y hojas
De
ráfagas, remolinos y tornados.
Como
un fuego sordo
Su
música se enarbola en nuestro río
Y
toman el aspecto de un tambor de piedras
En
el agua colora de otros firmamentos.
Saboras,
oloras, espesas,
Salutíferas
como La leche de la lluvia,
Las
nubes de Schuaima serpentean
Prendidas
de las manos de la brisa;
Imitando
el cuerpo pisciforme de las aves,
Los
anchos muslos de las olas,
Las
crines desafiantes del caballo.
Nubes
de pináculos y hadas
Descienden
con sus bucles dorados
Asemejando
hermosas doncellas
En
cuyas manos
El
fuego y la luz se expande
Como
el incienso y la mirra de otras orillas.
Y
de allí
Del
mismo cielo del río Rogitama
Se
ve ascender y descender
Igual
al mito de Jacob:
Una
escalera, una puerta,
Una
hendidura donde traspasar el viento,
Y
las nubes majestuosas;
Leves,
blancas, multiformes,
Abren
sus compuertas de nodriza fresca
Aromando
al mundo
Con
su música líquida,
Con
su agua densa,
Con
su sabia de pájaro-pez, océano-cielo.
Qué
húmeda toda esta apología,
Esta
fábula de figuras en el cielo,
Las
nubes de Schuaima:
El
lenguaje que estriba en otros continentes.