PARECE
Parece
que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que transito sin desplazarme en cuerpo,
ya vencido, ya huidizo, como niño regañado.
La
pestilencia de los espíritus diminutos
me provoca repugnancia.
Sólo quiero la mordedura rápida de la víbora,
sólo quiero alejarme del retorno y no ver
máscaras ni osamentas caminando sin rumbo.
Parece
que no tengo ya las manos
para blasfemar fuerte
ni una lengua sórdida ni pies ni aura
Parece que no tengo ya cristales en los ojos.
Y
sería tan hermoso acribillar a insultos
a una enana maldita o incrustarle espinas
venenosas en el rostro a un gobernante.
Qué placer lanzar un piano
a cualquier calle sombrosa
y viajar dentro para oír la dulce melodía
del estrépito fatal.
Sin
embargo, ya me canso
Sólo quiero ser aire en el aire
ser lirón empedernido, extenuado
de construir árboles y ríos inconfesables.
Sólo quiero piedras encajadas en los muros,
un lecho blando de agua tibia por los huesos,
un invierno renegado
y miles, miles de silencios.
Parece
que no tengo ya cristales en los ojos.
Parece que escribo el canto y me lo guardo.
Parece que me da vueltas el mundo
en el estómago, sobre mi cabeza,
bajo mis pies, dentro y fuera de todo.
©
Antonio
Álvarez Burgüer
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